Me mola la Literatura, no la Historia. Es más, la Historia me gusta lo justito. Muy muy justito. Me gustaría saber más pero que el conocimiento surgiera él solito en mi cerebro. Me gusta, digamos, más que la Química pero es que la Química sólo la considero un poquito más que el fútbol. Estudié Química en segundo de BUP y ahí debí aprender más o menos lo mismo que en Latín (y entre segundo y tercero hice todo menos aprender latín -entre segundo y tercero y el resto de la vida: sé tanto latín como alemán, más o menos-). Había una tabla con colores, nombres de elementos, nombres abreviados y números que nunca jamás llegué a saber para qué servían.
Me gustaban, en cambio las Matemáticas. Quise estudiar Matemáticas hasta que alguien me contó que en la facultad de Filología lo que más se hacía era leer y dije "esta es la mía". Luego llegó la primera asignatura de Literatura (odiaba a muerte las asignaturas de lengua, casi tanto como la de Ciencias Sociales) y desplazó Matemáticas como la que más me gustaba. Un par de años después me gustaban casi más Historia del Arte o Filosofía y la decisión de qué estudiar estaba entre las tres. O sea, entre Historia del Arte, Filosofía y cualquier Filología. Quise hacer Eslavas pero se me dejó clarito que escogiera entre las nueve que había aquí y que me dejara de tocar las narices queriendo estudiar cosas raras y sin salidas. Al final me matriculé en Hispánicas por amor al XVII, a Miguel Hernández, a Lorca y al boom, me cambié a Románicas, me enamoré de la Edad Media y maldito si recuerdo algo de las matemáticas que no sea sumar, restar, multiplicar, dividir y hacer reglas de 3. Y la fórmula de la ecuación de segundo grado pero eso es porque el cerebro tiene recovecos simpáticos donde se queda información que jamás volverás a usar pero que está ahí.
Pero el caso es que la literatura es ficción y lo que menos importa es la exactitud histórica o que las cosas "hayan pasado de verdad". No hay nada peor que un libro o una película malos "basados en hechos reales" o que alguien sonría cuando aludes a un sitio como el lugar donde transcurre tal novela. Claro, si dices "de ahí es tal escritor", sí pero que tire la primera piedra quien sepa pensar en Casablanca sin Bogart e Ingrid Bergman. En el Che sin canturrear la canción de Carlos Puebla. En Vlad Tepes sin recordar que inspiró a Drácula. En un castillo de noche sin una chica de blanco con el pelo suelto.
O será que soy yo así de freak. Cada vez que voy a decir romántica en el sentido literal de la palabra me viene a la cabeza todo lo que se identifica hoy con romántico y tengo otro ejemplo más.
La cuestión es que hoy es para mí ante todo y sobre todo el Día del Libro pero también el día del señor que mató a un dragón para salvar una princesa. Me gusta más la versión donde es un pobre chico a quien el caballero cobarde de turno pretende robar el mérito (y a la chica) y que falla porque, antes de que el malo (el cobarde no puede sólo ser cobarde, también tiene que fingirse valiente y caernos mal por ello) corte las cabezas, el bueno ha guardado las lenguas pero no le hago ascos a esta, aunque todo el mundo aplauda al recién llegado sin lamentar o cuestionarse que haya llegado justo justo para salvar a la hija del rey. Lo bonito de los cuentos: la princesa es guapa y se salva, el malo muere y todos se alegran. Y a todos les gustan las perdices. Yo quiero ser feliz y tomar té y helado.
Pero (que me disperso cada vez más) iba a que siempre hay algún listo que te cuenta que nunca existió, que es un santo fantasma. Claro porque yo creo firmemente en la existencia del hijo del carpintero, en la paloma y en que la virgen era virgen cuando los parió a todos. A todos no, al hijo del carpintero que en realidad lo era de una paloma. O que realmente no nació el 25 de diciembre. Claro, porque realmente nació. Y andaban a la vez la paloma y un ángel diciendo "neniña, tú no te asustes que es el hijo de tu dios" y nadie flipó. Porque todos sabemos que ver a un nacho con alas en la espalda no asusta. Y casualmente sólo lo veía ella. Sí...
También creo firmemente en los vampiros, en Arturo, en que si Franco hubiera perdido la guerra, los míos hubieran cambiado la república en el Paraíso de la Anarquía y en las cremas hidratantes con añadidos cada vez más raros. Bueno, las cremas hidratantes con añadidos freaks las considero incluso menos que el fútbol.
Porque todos sabemos que el santo nunca existió pero el dragón sí. ¿O no?
Me gustaban, en cambio las Matemáticas. Quise estudiar Matemáticas hasta que alguien me contó que en la facultad de Filología lo que más se hacía era leer y dije "esta es la mía". Luego llegó la primera asignatura de Literatura (odiaba a muerte las asignaturas de lengua, casi tanto como la de Ciencias Sociales) y desplazó Matemáticas como la que más me gustaba. Un par de años después me gustaban casi más Historia del Arte o Filosofía y la decisión de qué estudiar estaba entre las tres. O sea, entre Historia del Arte, Filosofía y cualquier Filología. Quise hacer Eslavas pero se me dejó clarito que escogiera entre las nueve que había aquí y que me dejara de tocar las narices queriendo estudiar cosas raras y sin salidas. Al final me matriculé en Hispánicas por amor al XVII, a Miguel Hernández, a Lorca y al boom, me cambié a Románicas, me enamoré de la Edad Media y maldito si recuerdo algo de las matemáticas que no sea sumar, restar, multiplicar, dividir y hacer reglas de 3. Y la fórmula de la ecuación de segundo grado pero eso es porque el cerebro tiene recovecos simpáticos donde se queda información que jamás volverás a usar pero que está ahí.
Pero el caso es que la literatura es ficción y lo que menos importa es la exactitud histórica o que las cosas "hayan pasado de verdad". No hay nada peor que un libro o una película malos "basados en hechos reales" o que alguien sonría cuando aludes a un sitio como el lugar donde transcurre tal novela. Claro, si dices "de ahí es tal escritor", sí pero que tire la primera piedra quien sepa pensar en Casablanca sin Bogart e Ingrid Bergman. En el Che sin canturrear la canción de Carlos Puebla. En Vlad Tepes sin recordar que inspiró a Drácula. En un castillo de noche sin una chica de blanco con el pelo suelto.
O será que soy yo así de freak. Cada vez que voy a decir romántica en el sentido literal de la palabra me viene a la cabeza todo lo que se identifica hoy con romántico y tengo otro ejemplo más.
La cuestión es que hoy es para mí ante todo y sobre todo el Día del Libro pero también el día del señor que mató a un dragón para salvar una princesa. Me gusta más la versión donde es un pobre chico a quien el caballero cobarde de turno pretende robar el mérito (y a la chica) y que falla porque, antes de que el malo (el cobarde no puede sólo ser cobarde, también tiene que fingirse valiente y caernos mal por ello) corte las cabezas, el bueno ha guardado las lenguas pero no le hago ascos a esta, aunque todo el mundo aplauda al recién llegado sin lamentar o cuestionarse que haya llegado justo justo para salvar a la hija del rey. Lo bonito de los cuentos: la princesa es guapa y se salva, el malo muere y todos se alegran. Y a todos les gustan las perdices. Yo quiero ser feliz y tomar té y helado.
Pero (que me disperso cada vez más) iba a que siempre hay algún listo que te cuenta que nunca existió, que es un santo fantasma. Claro porque yo creo firmemente en la existencia del hijo del carpintero, en la paloma y en que la virgen era virgen cuando los parió a todos. A todos no, al hijo del carpintero que en realidad lo era de una paloma. O que realmente no nació el 25 de diciembre. Claro, porque realmente nació. Y andaban a la vez la paloma y un ángel diciendo "neniña, tú no te asustes que es el hijo de tu dios" y nadie flipó. Porque todos sabemos que ver a un nacho con alas en la espalda no asusta. Y casualmente sólo lo veía ella. Sí...
También creo firmemente en los vampiros, en Arturo, en que si Franco hubiera perdido la guerra, los míos hubieran cambiado la república en el Paraíso de la Anarquía y en las cremas hidratantes con añadidos cada vez más raros. Bueno, las cremas hidratantes con añadidos freaks las considero incluso menos que el fútbol.
Porque todos sabemos que el santo nunca existió pero el dragón sí. ¿O no?
(Si yo fuera la doncella, me lo quedaba de mascota
para que jugara con Folerpa. ¡Tan pequeñito y tan rojo!)
PS: Se admiten sugerencias de libros para comprar. Si alguien se quiere emocionar, también se admiten libros. Hasta rosas.
PS 2: Con la relectura pre-publicación, ha quedado más vehemente que anoche. No dormir me convierte en esto.
para que jugara con Folerpa. ¡Tan pequeñito y tan rojo!)
PS: Se admiten sugerencias de libros para comprar. Si alguien se quiere emocionar, también se admiten libros. Hasta rosas.
PS 2: Con la relectura pre-publicación, ha quedado más vehemente que anoche. No dormir me convierte en esto.