Quien me conoce, sabe que me mola el terror y que, si bien no necesito estar viendo o leyendo terror a diario, es el género que me hace feliz, desde siempre. Siempre es siempre. Y siempre, siempre, siempre, había tenido una excepción: Stephen King.
Tiene una explicación que he dado muchas veces: yo tenía 11-12-13 años y me gustaba el terror. El terror sobrenatural: fantasmas, vampiros, hombres lobo (brujas, jinetes sin cabeza, zombies, Poe, qué sé yo) y no mucho antes había dejado caer con mohín de disgusto "La sombra sobre Innsmouth" porque "bah, son todos lagartos", no me juzguen (sí, de los 10 a cuando ya estaba en la Universidad, pasé totalmente de Lovecraft porque "eran todos lagartos": la precocidad tiene un precio). El tema es que si eran todos lagartos (y eso no molaba), ahora me cuentan la gracia que le podía ver yo a que el San Bernardo de no sé quién cuya mujer le había puesto los cuernos (sabiendo todo lo que sé hoy de la narrativa de Stephen King) se pusiera rabioso, tardara siglos en morderle a nadie (no lo recuerdo pero, Stephen: seguro) y al final seguro que todo quedaba en una pesadilla y punto. Mal. No gusta.
Y empezó el "yo soy más cabezona que el mundo" que tantos disgustos me ha dado y una amiga, que había venido conmigo al colegio de pequeña y vino en BUP a aquel al que yo me había cambiado y era forofa, me prestó El misterio de Salem's Lot al grito de "Cujo no, pero este te va a flipar". Primer error: ya entonces era demasiado fácil decir que me iba a gustar un libro si salían vampiros (sí, hay que quererme) y, claro, primera escena, no sé cuántas cajas de tierra ("oh, un vampiro", QUÉ ORIGINAL). Mis referencias vampíricas a la sazón (además de Rüdiger y la Hammer y la Universal) eran Drácula y Soy leyenda y en El misterio de Salem's Lot lo que no evoca uno, evoca otro y, bueno, yo tomé por plagio lo que era emulatio, ¿vale?
Y luego me prestaron (ya a partir de los 16, por quien lo hizo, Los ojos del dragón que meh, me había gustado mucho más pero, otra vez, NO ERA TERROR y yo estaba empeñada en que no me gustaba Stephen King.
Y sí, claro que oí millones de veces que "los primeros estaban muy bien pero luego las ventas, bestseller, blablabla" y "a mí no me gustaba Stephen King y punto" y bastante arrepentida estoy para que ustedes hagan leña del árbol caído, en serio.
Todavía, en el momento más pedante de mi vida, leí El corredor de la muerte, entre otros varios del estilo que me prestó Jose en el verano de primero para segundo (otro día hablamos de cómo y cuándo volvió Jose a mi vida después de pasarse dos años por el Sur y etc. Recordemos que a mí "no me gustaba Stephen King" y en aquel momento (en que leía mucho menos terror que en cualquier otro de mi vida, ahora que lo pienso) el "no me gusta" pasó a ser "odio a Stephen King, hacedme el puto favor de no intentar convencerme más de que me va a gustar porque no". Y no, me da igual que El Resplandor, Carrie o la chingada madre que los recontramilparió a todos fueran obras maestras o cosas meramente interesantes: NO. No, no y mil veces no: no me interesaba leer a Stephen King.
Y me lo fui saltando (aunque me gustaban las películas que hacían de sus novelas y tropecé con algún cuento que bien "y a lo mejor resulta que la caga por escribir tantas páginas" -perdóname, Stephen, no sabía lo que decía-) hasta abril de 2012, que Joe Hill (que esplende) mediante, decidí por fin averiguar si El Resplandor era interesante al margen de la película o no. La madre que me parió, que era una santa y tantos amores literarios me ha transmitido (y a quien le gustaba el Stephen King del principio, por cierto), qué feliz me hizo, cuántas partes de mi anatomía cambiaría yo por escribir algo lo mitad de bueno alguna vez en mi vida.
Y lo dejé pasar porque, bien, ya hemos reconocido que Stephen King al principio no lo hacía mal.
Y luego leí Carrie porque... pues creo que porque le leí a alguien que la estaban dando en la tele y, joder, Carrie también era la polla. Y seguí a mi vida y mis lecturas.
Y Misery porque era la vuelta a escribir bien (pero no) después de tanto bestseller (y, "mira, esta es mi obra" y "me cago en todo, Stephen, que empezabas a caerme simpático") e It porque mi generación creció temiendo a Pennywise el payaso y "aquí abajo todos flotan, y vosotros también flotaréis" y cómo se le había ido de las manos y como empezaba a reconocer (yo, que iba por el cuarto, además de los que había leído años atrás) motivos y sitios y... dicen goodreads y el kindle que van unos 30, entre ellos seis de La torre oscura (que el primero, no mucho) y los dos que escribió con Peter Straub y unos son mejores (algunos me han hecho muy muy feliz) y otros son tirando a malos con ganas pero pero pero... pues así como hace tres años, Buffy me salvó la vida, el año que pasé en Zug, durante los peores meses, me la salvó Stephen King. Y quien dice Stephen King, dice Richard Bachman.
Y entre el New Hampshire de Jonh Irving y el Maine de Stephen King, no tengo muy claro qué hago yo aquí en vez de allí, si esa zona debe ser algo así como el lugar geográfico de mi vida y ¿han visto los faros tan preciosos que hay en Maine?
No pongan esa cara: ya sabían que con las doncellas prerrafaelistas y los caballeros artúricos venía el terror, en pack. Si leen y aman a Stephen King, acójanme entre ustedes y, si son de los reticentes como era yo: denle una oportunidad. Stephen King mola.
Me voy a Derry. Es que últimamente me cuesta conciliar el sueño por las noches y veo auras. Y al Rey Carmesí. Vigilen a sus niños y recuerden que hay otros mundos aparte de este.