Ligeia sigue siendo, dieciséis años después, mi cuento favorito. Y tengo veinticinco. Echen cuentas, señores.
Un brindis por mi alcohólico favorito, por mi primer amor. El responsable de mi desmesurada afición por el terror (y sin escribir una sola linea sobre vampiros, mi primera debilidad en el género) y de mis tendencias melodramáticas (para bien y para mal, por eso tienen el melo y no sólo el dramáticas). El autor que se paladea. El que me enseñó tantas palabras, tanto en español como en inglés. El primero en hacerme ver que una historia no es sólo la historia, sino como ésta se cuenta.
El que me enseñó que no existe belleza absoluta sin imperfección y que la muerte de una mujer hermosa es probablemente el tema más poético del mundo. Que la desdicha es diversa y que no siempre lo que se recuerda con claridad es lo más importante. El inventor del síndrome de la cuchara (seamos serios) y, probablemente, el origen de mi fascinación por las nínfulas. El que me descubrió lo que era el fetichismo, sin saberlo. El que hizo que adorara los escalofríos y el responsable de mi manía irracional a los ojos azules (sí, yo los tengo azules y no me había importado hasta que leí "El corazón delator")
El autor al que siempre defiendo cuando alguien dice "Poe... bueno, Poe marca con quince años". ¡Pues con nueve! Poe sigue siendo maravilloso a cualquier edad. ¿Que es ingenuo? Joder, era decimonónico, ¿qué le pedimos? ¿Postmodernidad? Pues vamos de culo...
¿Quién conoce los designios de la voluntad y su vigor? Ligeia es morena y de nariz aguileña. Poe también está en el fondo de mi afición por las narices judías y de mi frustración por no haber heredado la de la mitad de mi familia materna. Y quién sabe de cuántas cosas más.
Queda el principio del cuento. Y los links pertinentes, como siempre.
Y allí se encuentra la voluntad, que no fenece. ¿Quién conoce
los misterios de la voluntad y su vigor? Pues Dios es una gran
voluntad que penetra todas las cosas por la naturaleza de su
atención. El hombre no se rinde a los ángeles, ni por entero a
la muerte, salvo únicamente por la flaqueza de su débil
voluntad.
JOSETH GLANVILL
No puedo, por mi alma, recordar ahora cómo, cuándo, ni exactamente dónde trabe por primera vez conocimiento con lady Ligeia. Largos años han transcurrido desde entonces, y mi memoria es débil porque ha sufrido mucho. O quizá no puedo ahora recordar aquellos extremos porque, en verdad, el carácter de mi amada, su raro saber, la singular aunque plácida clase de su belleza, y la conmovedora y dominante elocuencia de su hondo lenguaje musical se han abierto camino en mi corazón con paso tan constante y cautelosamente progresivo, que ha sido inadvertido y desconocido. Creo, sin embargo, que la encontré por vez primera, y luego con mayor frecuencia, en una vieja y ruinosa ciudad cercana al Rin. De seguro, le he oído hablar de su familia. Está fuera de duda que provenía de una fecha muy remota. ¡Ligeia, Ligeia! Sumido en estudios que por su naturaleza se adaptan más que cua1esquiera otros a amortiguar las impresiones del mundo exterior, me bastó este dulce nombre -Ligeia- para evocar ante mis ojos, en mi fantasía, la imagen de la que ya no existe. Y ahora, mientras escribo, ese recuerdo centellea, sobre mi, que no he sabido nunca el apellido paterno de la que fue mi amiga y mi prometida, que llagó a ser mi compañera de estudios y al fin, la esposa de mi corazón. ¿Fue aquello una orden mimosa por parte de mi Ligeia? ¿O fue una prueba de la fuerza de mi afecto lo que me llevó a no hacer investigaciones sobre ese punto? ¿O fue más bien un capricho mío, una vehemente y romántica ofrenda sobre el altar de la más apasionada devoción? Si sólo recuerdo el hecho de un modo confuso, ¿cómo asombrarse de que haya olvidado tan por completo las circunstancias que le originaron o le acompañaron? Y en realidad, si alguna vez el espíritu que llaman novelesco, si alguna vez la brumosa y alada Ashtophet del idólatra Egipto, preside, según dicen los matrimonios fatídicamente adversos, con toda seguridad presidió el mío.
En español entero, aquí. Aquí en inglés y aquí en portugués.
¡Muerte a Rowena y a las rubias de película de Sofía Coppola!
Un brindis por mi alcohólico favorito, por mi primer amor. El responsable de mi desmesurada afición por el terror (y sin escribir una sola linea sobre vampiros, mi primera debilidad en el género) y de mis tendencias melodramáticas (para bien y para mal, por eso tienen el melo y no sólo el dramáticas). El autor que se paladea. El que me enseñó tantas palabras, tanto en español como en inglés. El primero en hacerme ver que una historia no es sólo la historia, sino como ésta se cuenta.
El que me enseñó que no existe belleza absoluta sin imperfección y que la muerte de una mujer hermosa es probablemente el tema más poético del mundo. Que la desdicha es diversa y que no siempre lo que se recuerda con claridad es lo más importante. El inventor del síndrome de la cuchara (seamos serios) y, probablemente, el origen de mi fascinación por las nínfulas. El que me descubrió lo que era el fetichismo, sin saberlo. El que hizo que adorara los escalofríos y el responsable de mi manía irracional a los ojos azules (sí, yo los tengo azules y no me había importado hasta que leí "El corazón delator")
El autor al que siempre defiendo cuando alguien dice "Poe... bueno, Poe marca con quince años". ¡Pues con nueve! Poe sigue siendo maravilloso a cualquier edad. ¿Que es ingenuo? Joder, era decimonónico, ¿qué le pedimos? ¿Postmodernidad? Pues vamos de culo...
¿Quién conoce los designios de la voluntad y su vigor? Ligeia es morena y de nariz aguileña. Poe también está en el fondo de mi afición por las narices judías y de mi frustración por no haber heredado la de la mitad de mi familia materna. Y quién sabe de cuántas cosas más.
Queda el principio del cuento. Y los links pertinentes, como siempre.
Y allí se encuentra la voluntad, que no fenece. ¿Quién conoce
los misterios de la voluntad y su vigor? Pues Dios es una gran
voluntad que penetra todas las cosas por la naturaleza de su
atención. El hombre no se rinde a los ángeles, ni por entero a
la muerte, salvo únicamente por la flaqueza de su débil
voluntad.
JOSETH GLANVILL
No puedo, por mi alma, recordar ahora cómo, cuándo, ni exactamente dónde trabe por primera vez conocimiento con lady Ligeia. Largos años han transcurrido desde entonces, y mi memoria es débil porque ha sufrido mucho. O quizá no puedo ahora recordar aquellos extremos porque, en verdad, el carácter de mi amada, su raro saber, la singular aunque plácida clase de su belleza, y la conmovedora y dominante elocuencia de su hondo lenguaje musical se han abierto camino en mi corazón con paso tan constante y cautelosamente progresivo, que ha sido inadvertido y desconocido. Creo, sin embargo, que la encontré por vez primera, y luego con mayor frecuencia, en una vieja y ruinosa ciudad cercana al Rin. De seguro, le he oído hablar de su familia. Está fuera de duda que provenía de una fecha muy remota. ¡Ligeia, Ligeia! Sumido en estudios que por su naturaleza se adaptan más que cua1esquiera otros a amortiguar las impresiones del mundo exterior, me bastó este dulce nombre -Ligeia- para evocar ante mis ojos, en mi fantasía, la imagen de la que ya no existe. Y ahora, mientras escribo, ese recuerdo centellea, sobre mi, que no he sabido nunca el apellido paterno de la que fue mi amiga y mi prometida, que llagó a ser mi compañera de estudios y al fin, la esposa de mi corazón. ¿Fue aquello una orden mimosa por parte de mi Ligeia? ¿O fue una prueba de la fuerza de mi afecto lo que me llevó a no hacer investigaciones sobre ese punto? ¿O fue más bien un capricho mío, una vehemente y romántica ofrenda sobre el altar de la más apasionada devoción? Si sólo recuerdo el hecho de un modo confuso, ¿cómo asombrarse de que haya olvidado tan por completo las circunstancias que le originaron o le acompañaron? Y en realidad, si alguna vez el espíritu que llaman novelesco, si alguna vez la brumosa y alada Ashtophet del idólatra Egipto, preside, según dicen los matrimonios fatídicamente adversos, con toda seguridad presidió el mío.
En español entero, aquí. Aquí en inglés y aquí en portugués.
¡Muerte a Rowena y a las rubias de película de Sofía Coppola!
19 never more:
Y sí, si alguien no lo había notado, el título, el subtítulo y lo que pone encima del formulario de comentarios son versos (o fragmentos) de The Raven. Y no me llamo Annabel Lee: Annabel Lee es un poema.
Y ahora vino Águeda y resulta que también era el cumpleaños de Janis Joplin. Jose, si lees esto te asustarás conmigo...
En Boston siempre es las 19 en Poe.
Sabes que me encanta cuando te pones melodramática. Y cuando te muestras apasionada hasta la provocación e incluso el reto.
Besos.
Qué gracia lo de las narices... :D Tenía razón Poe, la perfección sin imperfecciones no tiene gracia. Yo heredé la piel blanco nuclear de mi abuela alemana (ella es rubia muy rubia y yo morena de pelo y ojos) y siempre parece que estoy enferma, :D un poco a lo clorótica del XIX pero con mal genio. En fin, como decía, que Poe mola y si alguien dice que somos ingenuas... pues peor pa él :D Yo ahí tendré mis 15 eternos años. Tenerlos no es malo siempre y cuando conservemos la experiencia de los 10 que separan entre los 15 y la edad actual (en mi caso los 9, que cumplo en dos semanas 24)
Yo parezco más ruso-alemán que otra cosa, aunque en Londres tenían mucha tendencia a preguntarme si era italiano, por mi acento... Poe me reconcilió con la palidez de la piel y los (mis) ojos azules. Comparto casi todas las apreciaciones que has hecho sobre él. Yo descubrí Annabel Lee (mi primer libro de Poe sólo tenía los relatos) gracias a la canción y al vídeo de Radio Futura. Me costó conseguirlo Dios y ayuda, en aquella época sin internet y casi sin más bibliotecas en la ciudad que la de "Buenas Lecturas"...
Esta mañana pensaba que si hay alguna palabra original que asocio con Poe, es Midnight.
Y que si tuviera un gato (lo tendría si no tuviese que viajar tanto) le pondría ese nombre...
Ayer brindé por Poe. Con jerez. Amontillado.
Un saludo muy afectuoso.
¿A los nueve? Precoz a rabiar. Y yo que me sentía un privilegiado porque a los once descubrí una selección de cuentos que adornaban la casa de mi abuela y me los leí y le descubrí y ya nunca dejé de admirarle. En cuanto a su ingenuidad... Pues no la veo tanto. A veces se le ve más mala idea que a ciertos contemporáneos pero es que da igual. Grande entre los grandes. Me has recordado que tengo que darle un repaso a cierta antología suya que compré hace un par de años. Este es un autor de los que me soportan leídas y releídas múltiples.
Ya estoy recuperado, gracias. Besos.
Devolvo a visita a descubro este fermoso blogue. Eu tamén son máis de morenas.
Unha aperta.
Poe siempre es un placer inmenso.
Meryone!
saudades!
Voltei mais um pouco doente! ENXAQUECA! Mas foi bom deu pra me diverti! Coloquei umas fotos no Blog! Umas minhas e outras dos adolescentes que me acompanharam lá!
Comentei teu fotolog! Imagem muito linda!
Carinhos e beijos em Folerpa e George!!
Um grande beijo!
Elaine
El hombre no se rinde a los ángeles, ni por entero a
la muerte, salvo únicamente por la flaqueza de su débil
voluntad.
que cierto!
¿Cómo va todo por ahí? y por cierto, ¿qué te ha hecho sofía coppola? :S
Besos a voluntad .^
Siempre es bueno leer a Poe se tengan 19, 25, 40, 15 o 9. Porque siempre hay matices nuevos y porque se disfruta con la lectura. Un brindis por el culpable de neustras filias ;). Yo me enamoré de Ligeia (y también de Lux, pero eso ya es otro cantar).
Gracias por pasarte, por cierto, y Harry Haller ya ha concluido su periplo por el teatro mágico, lo he acabado hoy y aún estoy recuperándome.
Un beso desde el Purgatorio, que es frío, gris, lleno de autómatas grises, entre humo y ruido, que bien se podría ubicar en Madrid.
Nos leemos.
Melodramática, claro. Y sería fan de ella, claro.
Besitos.
Siempre me molarán más mis sietes en unos días que los dieces de alguna gente en todo el curso.
Amén
Y yo también acabo sabiendo más que ellos.
Tenía, tenía buen guía.
Ya lo siguiente es hacerme la camiseta. ;-)
Perdona que pase con prisa. Es que tengo que estudiar. Pero tampoco quiero desatenderos.
Y aquí está lo más importante. Ustedes suponen que estoy loco pero los locos no saben nada. En cambio... ¡tendrían que haberme visto!, ¡deberían haber visto qué atinadamente actué! ¡Con qué precaución, con qué previsión, con qué disimulo fui realizando mi trabajo!
Me encantó Poe.
Ahora hace tiempo que no lo leo...
Buenas.
Primeramente me vas a perdonar que no haya leído tu entrada en absoluto, pero como no tengo otra forma de comentarte pues lo hago por aquí.
Mis ojos pasaron sobre uno de tus comentarios en el blog de una amiga: Rosalie. Y me pareció leer que trabajas como medievalista y te pagan por ello. Si no es mucha indiscrección... ¿te dedicas a la docencia, a otra cosa, o a varias?
Es pura curiosidad, de un estudiante de los últimos años de la próximamente extinta: Licenciatura de Historia :P
Saludos y mil gracias ^^
Levanto mi copa de ajenjo en honor al grande, al buen Edgar Poe. We hate Allan. Ligeia es maravilloso. Creo que vos y yo, lo descubrimos casi al mismo tiempo. Haciendo cuentas.
La verdad yo no leo tanto como tu. Debo admitir que el terror nunca me gustó mucho jeje. De vampiros no he leido lo suficiente para decirte si me gustan o no, peor no me llaman mucho la atención. Lo que si me he dado cuenta es que la mayoría de los libros que me gustan, la protagonista es una machorra incomprendida jajaja, o una muchacha más terca que las mulas. Creo mi personaje favorito es Eliza Summers de la hija de la fortuna, vaya mocosa desovediente, mira que irse sola en la panza de un barco de plizón a buscar al novio en la salvaje américa de finales del siglo XIX. jeje.
Saludines :)
Oh, no hay problema, te presto todos mis orientalistas. Por las veces que tú me has prestado doncellas de las que tú posees.
(Pues anda que quien lea esto, jajajaja.)
Besos.
Nein, es dibujo es de Utagawa Hiroshige (1797-1858) :)
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