lunes, 21 de julio de 2008

Suicidas ideales



En la entrada dan un giro a la llave,
reabren cada vieja carta guardada,
leen tranquilos y después arrastran grave
por última vez sus pasos de la morada.

La vida, dicen, fue una tragedia para ellos.
Dios mío, la carcajada horripilante de los hombres,
las lágrimas, el sudor, el anhelo de los cielos,

la solitud de tan vastos parajes pobres.

Se quedan frente a la ventana, lejos mirando
a la naturaleza, a los árboles, a algún infante,
ven como los marmolistas siguen el sol martilleando

que quiere bajar al poniente para siempre.

Todo ha llegado al fin. Aquí está la nota,
breve, simple, como se merece profunda,
llena de indiferencia y del perdón la gota

por aquel que llorará leyéndola rotunda.

Se miran al espejo, ven la hora,
si es una locura o acaso error se van a preguntar,
"todo ha terminado", murmuran, "ahora",
seguros que de veras lo van a prorrogar.

Kostas Karyotakis




Mi vocación suicida está en stand by desde hace un tiempo. Y puedo declararlo abiertamente, pese a que mis eternos retornos sean como son y se estén rebelando rabiosamente. Tan rabiosos que vuelven a mí los mantras más frustrantes de mi adolescencia no en forma de los textos de donde los saqué en forma de cita. Ni siquiera en forma del texto original, sino en otras citas, en otros autores, desconocidos entonces.

Leo a Bolaño que murió cinco días después que mi madre. De la misma enfermedad que ella.

Bolaño cita a Mallarmé. No con mi traducción "la carne es triste y he leído todos los libros", sino con otra. Mallarmé que era mi mantra autodestructivo en la época de máxima autodestrucción.

Así que me siento mal citando a Kariotakys en el momento de mi vida en que estoy tan fuerte que ni las reminiscencias de autodestrucción logran hacerme mella.

Y ese momento puede acabar mañana. O la semana que viene. O dentro de diez minutos. Es probable que ocurra, de hecho.

Pero ahora, este jueves que proso y he vuelto con todo mi camino a verme sola sin ponerme los húmeros ni morir en parís con aguacero, sabiendo, como he sabido siempre, que hay fantasmas que no te dejan aunque se vayan a dar una vuelta, es cuando cito a Karyotakis. Y cito el poema que me gusta pero no. El de los que de verdad no son suicidas. Tal vez por eso sea capaz de ponerlo hoy. Porque estoy en stand by.

La autodestrucción puede ser un revulsivo, a veces.

Aunque hoy no esté autodestructiva, repito.

El texto está porque el hombre, pese a escribir esto, se suicidó hace ochenta años. Y por la ciclotimia manifestada entre el primer intento y el definitivo. Lo puse hace varias entradas. Comparto muchas cosas con lo que sé de Kostas Karyotakis. Y esta semana me he planteado, más que nunca, que no podría ahogarme. Disfrutaría demasiado y saldría de vuelta. También me he planteado que tendría que vivir siempre al lado del mar. Pero al lado de verdad. Y con una temperatura que permitiera bañarse siempre. Es la única cura real que conozco para las penas que ahogan y no se sabe de dónde vienen. La ducha funciona, pero menos.

Y vengo de hacerme fuerte en determinadas cosas. Y de ver a gente que me hace fuerte. Gente que me hizo fuerte en momentos en que de verdad lo necesitaba.

Dos de las personas que han provocado que en determinados momentos de mi vida no fuera suicida real sino ideal. Los dos deberían leer esto y saber quiénes son. Sobre todo porque han estado conmigo en mi semana de vacaciones en Ferrol. Y me conocen lo suficiente y han hablado conmigo de ello bastantes veces. Y saben que si hablo de ello no hay peligro, también lo saben. Y que algún día pasará y esta vez no saldrá mal. Pero que no habrá motivo para esperarlo.

No. Esto no es una llamada de socorro. Para nadie.

Ahora mismo (y ahora son las dos de la mañana del 21 de julio de 2008) no me siento autodestructiva.

Leed a Kostas Karyotakis. Era maravilloso.

3 never more:

Anónimo dijo...

Vale, te suicidas. ¿Y luego qué?. El suicidio como pose estética tiene innumerables deficiencias. Como pose práctica es una incongruencia en sus propios términos: ni puede ser una pose, ni es -evidentemente- práctica.

Me alegro que volvieras de tus vacaciones.

Meryone dijo...

Nadna, no te puedo contestar en el tuyo. y, si puedo, no sé... pero no encuentro donde dejar comentarios. supongo que no se puede

el texto de Karyotakis me gusta, pero no, por eso. porque alude al suicidio como pose, no como pulsión. yo soy de pulsiones, no de poses. pero finalmente se suicidó. no como pose, sino como necesidad. no recuerdo qué enfermedad tenía, pero sé que terminó suicidándose por ella

lo que está claro es que uno se suicida para que no haya un luego...

me gusta tu blog. aunque soy literata y no música... y de harold bloom, pues... se olvida de muchos que reverencio y olvida, ignora u obvia que la mitad de los argumentos de shakespeare están, por ejemplo, en la _historia regum britanniae_ de geoffrey de monmouth. la misma donde salen por primera vez los elementos más importantes de la leyenda artúrica

hice mucho el muerto y recordé mucho tu texto del dolce far niente estos días

un beso

YoSabina dijo...

"Sabiendo, como he sabido siempre, que hay fantasmas que no te dejan aunque se vayan a dar una vuelta" Me ha gustado esto y tantas otras cosas... ser suicida ideal en vez de suicida real. A mí me llegó en su momento la idea de suicidarme. Me llegaron los medios. Me llegaron también los vómitos y no pude hacerlo. Sigue ahí la idea pero tiene menos fuerza que en su momento. Aún así, la mejor forma de morir sería por decisión propia.

YoSabina