La mañana,
negra aún con las estrellas de la noche,
vomita el frío de un Enero que golpea
corazones y cólicos.
Ella,
apenas un latido bajo el edredón
intenta dormir, consumida,
por encima de la Noche.
Yo,
¡mierda!
no encuentro el Nolotil
y no amanece.
En la infancia me gustaban más las canciones del disco. Ahora los últimos versos forman parte de mis insomnios, pese a que no tome Nolotil. Soy, eso sí, adicta a la aspirina desde el instituto.
Repito, la mañana no termina.
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