sábado, 11 de diciembre de 2010

Anoche volví a soñar contigo. Sí, todavía sueño contigo como si yo tuviera diez años y hubiese pasado todo hace un par de meses. Hace un par de meses y cuando yo tenía diez años, no veinte cumplidos. Es curioso soñar contigo porque siempre son situaciones que no sucedieron realmente pero totalmente creíbles, como si volvieras por un par de horas. A veces tengo menos años pero otras es como si fueras tú quien tuviera menos, tantos menos que sería imposible que te recordara así y hasta creo que, algunas veces, es como si no fueras mi madre. O yo no fuera tu hija, más bien.

Te reconocen en aspectos míos que yo desconocía en ti y yo descubro fotos de antepasadas comunes que se nos parecen a las dos. Nunca me había parecido físicamente a ti hasta que te moriste y ni siquiera soy capaz de terminar esa frase con un "joder" porque me hubieras dicho algo de estar aquí para leerla.

¿Sabes? Hay cosas tuyas que no he sido capaz de volver a usar. Me peleo con papá cada vez que necesito un paraguas porque no quiero sacar el tuyo por si lo pierdo. Tuve que comprarme un ejemplar propio de Rebecca para leerlo porque el que había lo estabas leyendo tú. Y dejé de pasear tu edición de la poesía de Miguel Hernández y de meterle más papelitos por el medio. Tardé años en empezar a leer a Bolaño porque se estaba muriendo justo cuando tú acababas de morirte.

¿Sabías que ya hace más de siete años? Han pasado tantísimas cosas desde entonces y sigue pareciendo que vas a aparecer o vas a cogerme el teléfono cuando llame. Que vas a volver, como si te hubieras ido de viaje.

Hoy me desperté sobresaltada, a ver si de verdad estabas. Estaba yo y eran las cinco de la mañana. Tú no estás en ninguna parte. Bueno, sí, de vez en cuando, cuando sueño contigo y me acuerdo. Se parece un poco a "lo mismo". Sólo un poco, pero es mejor que nada. Aunque me despierte angustiada porque ya empiezo a saber que no vas a volver hasta cuando sueño.