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domingo, 25 de octubre de 2009

Marias Polydouri

Descubro (directamente en internet porque casi no está traducida) a Marias Polydouri (1902-1930), que llevaba con Kostas Karyotakis la que la Wikipedia describe inquietantemente como una relación desesperada pero incompleta y que escribió eso tan bonito de que él era bello como los elegidos por la muerte. La relación desesperada pero incompleta (cuanto más lo leo, más inquietud me provoca) transcurrió entre 1922 y 1925; Karyotakis intentó ahogarse y se pegó el tiro en 1928 y ella se suicidó (se inyectó morfina) en 193o. Llevaba cuatro años en un manicomio, estaba tuberculosa y parece ser que, entre una cosa y otra, había vivido en París, a donde se fue porque Kostas Karyotakis no quiso casarse con ella. Esperemos que sea eso lo incompleto de la relación y, de ser así, huyamos de las mentes conservadoras. La cuestión es que leí el primer poema, me gustó, leí el segundo, me gustó más y sólo encontré otros dos, así que dejo los cuatro. Hay alguno más en inglés y los datos que encontré son más o menos esos con variantes.


A un amigo

Vendré un atardecer, doblando por el recodo que me coge;
Vendré para encontrarte a solas con tu viejo sueño.
El anochecer arrastrará sus nubes leves pesadamente
pasando frente a tu ventana solitaria.

Me recibirás en tu aposento silencioso y habrá
libros en torno, abandonados en un hondo silencio.
Nos sentaremos uno junto al otro. Hablaremos de las cosas que se van,
de las que han muerto antes de que las perdamos,
de la amargura de la vida sin sentido, del tedio,
del no esperar que nada se realice,
del desaparecer… Y poco a poco en la oscura quietud,
se apagarán también nuestras palabras y el postrer pensamiento.

Más la noche acudirá a detenerse en la ventana;
mezclará brisas y aromas y claridad de estrellas
con el gran llamado que Naturaleza exhale,
con tu pecho que el silencio no habrá de proteger.


Soy la flor


Soy la flor que apacienta al sigiloso y oculto gusano.
No me somete el rigor del estío, como a las otras,
ni de mi cara mustia, de uno en uno, han de caer los pétalos.
Aunque los buenos hados y los malos me tiendan su celada,
como si fueran mariposas en torno, lo que siento es un vaivén.

Soy la flor que apacienta al sigiloso y oculto gusano.
Ya engendrada y nacida, en medio de mi alma el mal hace su nido.
Y soy la vida, y soy el caos, y nada espero de la suerte bufa.
Alzo mi cuerpo esbelto y bello y no habrá quien pueda emularme.
Mas cuando enseñe a las estrellas mis heridas, estaré muerta.

Traducción de Juan Manuel Macías


Sólo porque me amaste

No canto sino porque me amaste
en los años pasados.
Y ya con el sol, con presentimientos de verano,
ya con lluvia y con nieves,
no canto sino porque me amaste.
Sólo porque me tuviste entre tus brazos
una noche y en los labios me besaste,
sólo por eso soy hermosa como un lirio siempre abierto
y aún conservo un temblor en mi alma
sólo porque me tuviste entre tus brazos.
Sólo porque tus ojos me miraron
con el alma en la mirada,
orgullosa me adorné con la corona
más excelsa de mi existencia;
sólo porque tus ojos me miraron.
Sólo porque me amaste he nacido,
por esto se dio mi vida;
en el triste vivir no realizado
mi vida se cumplió.
Sólo porque me amaste he nacido.
Sólo porque tan bellamente me amaste
viví para multiplicar
mis sueños, amado mío, que cual astro te pusiste.
Y así en tal dulzura muero
sólo porque tan bellamente me amaste.




Sotiría

Que pase ya el día con la luz.
¿Por qué tarda tanto la noche?
En la sombra de los pinos
un sillón me espera.
Se apagarán las luces de las salas
y el sueño vendrá cual un desmayo.
Aquí una cama vacía
no produce ninguna impresión.
Se ahondará la noche en el miedo
cuando el viento llegue repentino.
El eucalipto sacudirá su cabellera
junto con los secretos de los sueños.



Realmente el tercero no me gusta, pero supongo que se referirá a Kostas Karyotakis y... bueno... la entrada iba a ser suya.


Y, ya que estamos, el dedicado a Karyotakis tras su muerte. Hay quien dice que es sólo una suposición. Yo sólo sé sobre ella lo que he puesto arriba así que supongo que estoy condicionada para suponerlo.



To a young man who committed suicide

A spirit kept pursuing him
in the dark expanses of his life.
His occupations, his joys at a nod
became pretexts of his vital drive.

His lovely books, thought, a momentary haunt.
His love a violent sight.
Later his face filled with mystery
and nothing around him was right.

A curious stranger, he wandered among us
in altered mien and grim.
He did not gainsay our suspicion
that something frightful awaited him.

He was strangely handsome, like those
whom death had singled out.
He yielded to the direst dangers
as if something guarded him throughout.

One morning, in a walnut casket we
found him dead with a mark on the temple.
All of him was like a victory,
like light casting around him in the dark.

He had such simplicity and serenity,
a smiling form living again!
As if all of him had become a Eucharist
and the cause had marked him in vain.

lunes, 21 de julio de 2008

Suicidas ideales



En la entrada dan un giro a la llave,
reabren cada vieja carta guardada,
leen tranquilos y después arrastran grave
por última vez sus pasos de la morada.

La vida, dicen, fue una tragedia para ellos.
Dios mío, la carcajada horripilante de los hombres,
las lágrimas, el sudor, el anhelo de los cielos,

la solitud de tan vastos parajes pobres.

Se quedan frente a la ventana, lejos mirando
a la naturaleza, a los árboles, a algún infante,
ven como los marmolistas siguen el sol martilleando

que quiere bajar al poniente para siempre.

Todo ha llegado al fin. Aquí está la nota,
breve, simple, como se merece profunda,
llena de indiferencia y del perdón la gota

por aquel que llorará leyéndola rotunda.

Se miran al espejo, ven la hora,
si es una locura o acaso error se van a preguntar,
"todo ha terminado", murmuran, "ahora",
seguros que de veras lo van a prorrogar.

Kostas Karyotakis




Mi vocación suicida está en stand by desde hace un tiempo. Y puedo declararlo abiertamente, pese a que mis eternos retornos sean como son y se estén rebelando rabiosamente. Tan rabiosos que vuelven a mí los mantras más frustrantes de mi adolescencia no en forma de los textos de donde los saqué en forma de cita. Ni siquiera en forma del texto original, sino en otras citas, en otros autores, desconocidos entonces.

Leo a Bolaño que murió cinco días después que mi madre. De la misma enfermedad que ella.

Bolaño cita a Mallarmé. No con mi traducción "la carne es triste y he leído todos los libros", sino con otra. Mallarmé que era mi mantra autodestructivo en la época de máxima autodestrucción.

Así que me siento mal citando a Kariotakys en el momento de mi vida en que estoy tan fuerte que ni las reminiscencias de autodestrucción logran hacerme mella.

Y ese momento puede acabar mañana. O la semana que viene. O dentro de diez minutos. Es probable que ocurra, de hecho.

Pero ahora, este jueves que proso y he vuelto con todo mi camino a verme sola sin ponerme los húmeros ni morir en parís con aguacero, sabiendo, como he sabido siempre, que hay fantasmas que no te dejan aunque se vayan a dar una vuelta, es cuando cito a Karyotakis. Y cito el poema que me gusta pero no. El de los que de verdad no son suicidas. Tal vez por eso sea capaz de ponerlo hoy. Porque estoy en stand by.

La autodestrucción puede ser un revulsivo, a veces.

Aunque hoy no esté autodestructiva, repito.

El texto está porque el hombre, pese a escribir esto, se suicidó hace ochenta años. Y por la ciclotimia manifestada entre el primer intento y el definitivo. Lo puse hace varias entradas. Comparto muchas cosas con lo que sé de Kostas Karyotakis. Y esta semana me he planteado, más que nunca, que no podría ahogarme. Disfrutaría demasiado y saldría de vuelta. También me he planteado que tendría que vivir siempre al lado del mar. Pero al lado de verdad. Y con una temperatura que permitiera bañarse siempre. Es la única cura real que conozco para las penas que ahogan y no se sabe de dónde vienen. La ducha funciona, pero menos.

Y vengo de hacerme fuerte en determinadas cosas. Y de ver a gente que me hace fuerte. Gente que me hizo fuerte en momentos en que de verdad lo necesitaba.

Dos de las personas que han provocado que en determinados momentos de mi vida no fuera suicida real sino ideal. Los dos deberían leer esto y saber quiénes son. Sobre todo porque han estado conmigo en mi semana de vacaciones en Ferrol. Y me conocen lo suficiente y han hablado conmigo de ello bastantes veces. Y saben que si hablo de ello no hay peligro, también lo saben. Y que algún día pasará y esta vez no saldrá mal. Pero que no habrá motivo para esperarlo.

No. Esto no es una llamada de socorro. Para nadie.

Ahora mismo (y ahora son las dos de la mañana del 21 de julio de 2008) no me siento autodestructiva.

Leed a Kostas Karyotakis. Era maravilloso.

viernes, 11 de julio de 2008

Ciclotimia

Aconsejo a cuantos sepan nadar que no intenten jamás suicidarse tirándose al mar. Durante diez horas me estuve peleando con las olas. Tragué una enormidad de agua y, sin saber cómo, de vez en cuando subía a la superficie. Seguramente alguna vez, cuando tenga oportunidad, escribiré las impresiones de un ahogado.

Kostas Karyotakis, entre el intento de suicidio el 20 y el suicidio efectivo el 21

REPUGNANCIA



Detesto vuestra suerte, gentes
privilegiadas, muñecas japonesas idóneas.
Elegantes, miembros rosos, líneas
plásticas, ropas de seda, trasparentes.

Toda vuestra vida está en unos ojos angelicales.
En vuestros labios solo palabras de pasión.
Este es el sueño que tenéis: un marido inocentón
y dormir en unas camas leales.

Danza de semi-vírgenes, de dos en dos
con el cuerpo inflexible, triunfales,
solemnes, y un poco teatrales
acudís al dancing y al odeón ambas a dos.

Allí os quedáis posando infinitamente.
Antes románticas como las lunas,
mañana vais a parecer madonas algunas
oyendo a la "Valenzia" escabrosamente.

Imitáis al monstruo durante un período
con las cuatro piernas pegadas avés.
Vais corriendo a leer después
"la guía para las madres" a vuestro modo.

Oh, si pudiera alguien florecer así un día,
rosa grande de una alabadora,
o si pudierais vosotras sondar ahora
con una horquilla vuestra cabeza vacía!

Miembros indomables, ropas trasparentes,
bocas asquerosas de hipocresía,
insospechables, seres nulos de apatía
y a causa de todo eso, privilegiadas gentes...

Kostas Karyotakis




En diez días se cumplen ochenta años del suicidio de Kostas Karyotakis. El 20 de julio intentó ahogarse y el 21 se pegó un tiro debajo de un eucalipto. No sé qué será de mi vida el 21 de julio, ni recordaba que fuera en esa fecha. Me limitaba a leer poemas del único griego contemporáneo que conozco, además de Kavafis. Y llamar contemporáneo a cualquiera de ellos sólo nos es permitido a los medievalistas.

Iba a poner "Los suicidas ideales", pero tengo un día demasiado raro. Y lo reservo para el 21. Si es que no queda, como quedó Kafka el 3, en nada.