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jueves, 27 de mayo de 2010

Debilidades literarias (I)

(Pasadas, presentes y parece que futuras)

Ante todo y sobre todo los vampiros. Y el terror. Castillos, doncellas con vestidos blancos y cabellos flotantes. Cadáveres en lagos. Pueblos remotos de habitantes emparentados con seres de las profundidades.

Nínfulas y fáunulos. Dolores Haze y Tadzio. Annabel Lee.

Chicas muertas, mejor ahogadas.

Panero (hijo: Leopoldo María). Locos (tanto autores como personajes). Malditos. Lúcidos que pagan con la locura.

Oscar Wilde, entero. Por decadente, por autor de cuentos que llegaron antes de saber leer, por fantasmas que terminaban pintando manchas de sangre verdes. Por ruiseñores que cantan toda la noche para nada. Por lagunas enamoradas de sí mismas que se miran en los ojos de Narciso. Por princesas que bailan con pies como palomas. Por sirenas abandonadas por no tener pies. Por esfinges sin secreto. Por cuadros que envejecen por sus dueños.

Bryce, por borracho de bar que te cuenta como su chica lo ha dejado y cómo el surrealismo lo ha llevado hasta allí (el bar, la chica, la ruptura, Europa). Por creerse literalmente lo de "al agua patos". Por un lunar de carne en el rostro más bello. Por rematar la oligarquía limeña sin darse cuenta. Por borracho. Por tembleque. Por insomne. Por sus citas.

Poe, por ser el primer paladeable. Por las chicas muertas. Por los dientes, de Berenice por los radiantes ojos de lady Ligeia, por los cuervos que dicen nevermore, por los reinos junto al mar y las aliteraciones, porque la forma del cuerpo le es más esencial que su propia sustancia y porque fue mi primer amor.

Vera, un cuento cruel de Villiers y la llave de la tumba.

Bradbury y los ambientes angustiosos. Una nueva casa de Usher, una guadaña que maneja el mundo, enanos en laberintos de espejos, medusas que te llaman por tu nombre, marcianos amarillos, bomberos que queman libros y libros vivientes que recitan el Eclesiastés, norias que te hacen envejecer o rejuvenecer y momias mexicanas.

Las elegías de Miguel Hernández. Las elegías en general. Miguel Hernández, hasta cuando escribe poemas de amor.

Phillip Roth y sus personajes retorcidos y que nunca son lo que parecen. Zuckerman mayor y observando el mundo. Un ruso del XIX vivo, norteamericano y judío.

Martín y Alejandra. Fernando Vidal Olmos. Los ciegos. Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne. Bruno. Madrecloaca. Niñamurciélago. El parque Lezama de Buenos Aires, Lavalle, el loco Bebe, el Mirador, una cabeza en una sombrerera. Sabato. Sabato. Sabato.

Blas de Otero. Celso Emilio Ferreiro. Gil de Biedma.

Llamadme Ismael y embarcadme en un barco ballenero, con un arponero tatuado y un capitán con una pata de hueso de ballena. Llevadme con el Corsario Negro a vengar a sus hermanos el Corsario Rojo y el Corsario Verde. Hacedme naufragar en una isla desierta y no sólo como Robinson Crusoe, sino también con un lobo de mar loco (a la chica os la podéis quedar), siendo un niño pequeño criado por monos o con un montón de adolescentes y una caracola.

Háganme batirme con tres mosqueteros en un lapso de tiempo de tres horas.

Pídanme que dibuje un cordero.

O enséñenme que todos los animales son iguales pero algunos son más iguales que otros. Que lo peor del mundo varía según la persona.

Léanme poemas sobre el destierro o el exilio político. Háganme sentir, por un momento, que creo que patrias, países, fronteras y tonterías así existen.

Gritemos todos "¿quién levantó los olivos?".

El infierno son los demás.

Lloremos todos la muerte de Manuel, el portugués, aunque lloremos más con la película. Vayamos con Mowgli por la selva y olvidemos la versión de Disney en la que los monos cantan jazz diciendo "quiero ser como tú". Recordemos, de paso, que la sirenita de Andersen no se casa con el príncipe y que nos gusta tanto el soldadito de plomo sin una pierna como nos gusta el Príncipe Feliz de Oscar Wilde. Y la foca (volvemos a Kipling) cuyo nombre hemos olvidado. Erizos y tortugas que intentan mimetizarse con el otro y se convierten en armadillos.

Marley estaba muerto y a Nancy la hostiaban. Oliver se atreve a pedir más.

Alejandra Pizarnik, con la regla, computa como intento de suicidio.

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.

(A la mañana siguiente, Cesare Pavese no pidió el desayuno)

(Muere un poeta y la creación se siente herida y moribunda en las entrañas)

La carne es triste y he leído todos los libros.

¿Dónde van los cisnes de Central Park cuando llega el invierno?

Caballeros artúricos y doncellas con castillos estupendos oportunamente disponibles. Reinas que se lían con el sobrino o el colega del rey. Hermanas hadas celosas y con mala baba. Combates donde cortan al malo por la mitad y, con suerte, también al caballo.

Adúlteras con maridos aburridos y amigas que comen bacalao que se deshace en lascas en la boca. Adúlteras de las que su amante se aburre. Adúlteras a las que les mola el cura. Enredos varios decimonónicos.

Rusos explorando todas las posibilidades de la naturaleza humana, como define un personaje de Phillip Roth.

Frivolidades en la campiña inglesa. De Wodehouse a Saki, pasando por Forster. Si hay asesinato, también mola.

Detectives con gabardina que no duermen, fuman mucho, beben más y siempre se lían con la chica. Si viven en Los Ángeles y en plena Ley Seca, mola más.

Retrasados que acarician ratones dentro del bolsillo. Familias que recogen cajas de melocotones muy rápido y no vale. Perlas que destrozan vidas. Historias de las que una parte pasa a ser peli de James Dean.

Médicos que se convierten en degenerados por las noches. Curas que sueñan ser libertinos que no saben si sueñan ser curas. Sabios que no saben si sueñan ser mariposas o mariposas que sueñan ser sabios.

Médicos en Estocolmo que pasean y tienen dilemas morales que en ningún caso redundarán en su beneficio.

Magas que llaman a su hijo Rocamadour y lo dejan morir. Botes de nescafé, hermanos que tiran la llave de la casa por la alcantarilla, terrarios con hormigas.

La estulticia, el error, el pecado, la mezquindad.







(Todo crítico, ay, es el triste final de algo que empezó como sabor, como delicia de morder y mascar)


viernes, 29 de mayo de 2009

Una oportunidad para Juan Luis

Juan Luis es más inquietante que Leopoldo María y casi tan hostiable como su madre. Histriónico y con aires de gran intelectual. Se las da de elegante y de snob, pero quien sabe tocarse el pelo y dejar caer los párpados es Michi. A él le queda como a un Santo Cristo dos pistolas el abrigo con flecos sobre los hombros. El abrigo me gusta. Es el tipo de abrigo que podría llevar la hippiosa de Meryone.

Puede que si hubiera llegado a Juan Luis por sí mismo jamás hubiera sabido que era histriónico, inquietante, hostiable. Lo sé. Estoy segura. No lo supe (que era histriónico, inquietante, hostiable) hasta la semana pasada. Nunca me interesó demasiado, así que sólo le había leído un par de poemas sueltos. Pero estos días encontré que era suyo uno de estos poemas que recuerdas pero nunca sabes de quién son. Juan Luis no tiene nada para no gustarme, pero tampoco tiene nada para gustarme demasiado. Puede que también lo leyera más si no fuera hermano de Leopoldo María.
El poema que he redescubierto como de Juan Luis:


A LA MAÑANA SIGUIENTE CESARE PAVESE NO PIDIÓ EL DESAYUNO

Solo bajó del tren,
atravesó solo la ciudad desierta,
solo entró en el hotel vacío,
abrió su solitaria habitación
y escuchó con asombro el silencio.
Dicen que descolgó el teléfono
para llamar a alguien,
pero es falso, completamente falso.
No había nadie a quien llamar,
nadie vivía en la ciudad, nadie en el mundo.
Bebió el vaso, las pequeñas pastillas,
y esperó la llegada del sueño.
Con cierto miedo a su valor
-por vez primera había afirmado su existencia-
tal vez curioso, con cansado gesto,
sintió el peso de sus párpados caer.
Horas después -una extraña sonrisa dibujaba sus labios-
se anunció a sí mismo, tercamente,
la única certidumbre que al fin había adquirido:
jamás volvería a dormir solo en un cuarto de hotel.

Juan Luis Panero


Y, como soy mala y sigo emocionadísima con haber visto (¡por fin!) El desencanto y Después de tantos años, dejo dos videos de la primera. En el primero, Juan Luis "adora los fetiches y el bizantinismo" y en el segundo están Michi enajenado hablando de lo sórdido de su familia y Juan Luis más enajenado si cabe diciendo que él no juega al fin de raza. Intentan hacer una comedia y no les sale tan divertido, seguro.






Y, aunque le demos una oportunidad a Juan Luis, Leopoldo María es Leopoldo María y hay que ponerlo. Es el fragmento donde dice que la esquizofrenia es "una cosa preciosa" (que se lo cuenten a él ahora) y que la paranoia es desagradable. Y más cosas.




Tranquilos: se me están acabando los videos y hasta yo, en mi infinita capacidad para la compulsión, empiezo a opinar que el monográfico ya estuvo bien.

miércoles, 27 de mayo de 2009

¡Panerianos del mundo, uníos!

Sí, sigue siendo el libro del bolso y hace mucho tiempo que es de mis poetas favoritos. Hace mucho tiempo que es mi absoluto favorito entre los vivos. Al menos entre los vivos que conozco. Pasé demasiado tiempo llorando mi edición perdida y ahora que la he recuperado me regodeo (para bien) en ello.

Puede, sólo puede, que con esta entrada agote el torrente de Paneros de los últimos tiempos. Empieza a ser acritud y lo sé.

La culpa de todo la tienen Jaime Chávarri y Ricardo Franco. Antes de conseguir ver las dos películas (¡por fin!) yo era una paneriana sólo de Leopoldo María y que no era especialmente compulsiva. No más que con todo lo demás. O sea, mucho.

Que acabara de recuperar mi edición (Poesía completa 1970-2000) también ayuda un poco. Las pestañas negras de Michi, en cambio, no demasiado. Eso es algo coyuntural. Sigo siendo total y absolutamente devota de Leopoldo María, aunque el hermano guapo diga que es un coñazo. Aunque esté como una cabra (lo está, qué duda cabe), aunque se haya pasado en su deseo (en su necesidad) de malditismo. Realmente (y quien me conoce puede corroborarlo) nunca me han gustado los chicos guapos. Claro que cuando lo dice ya no se pasa la mano por el pelo ni deja caer los párpados. Ni siquiera tiene ya maneras suaves. Pero se sienta sobre una tumba, pasea con su perro y dice que Leopoldo escribe cada vez peor. Eso tampoco se lo perdono. Lo de Leopoldo. Lo de sentarse sobre la tumba y pasear con el perro era positivo.

Hay varios poemas de Panero (o sea, Leopoldo María, que ni papá ni hermano mayor me gustan -ni los he leído- demasiado, del tío no conozco nada y Michi, hasta donde yo sé, no escribía poemas) que me gustan particularmente y no están (todavía) aquí. Dos que siempre voy a poner pero nunca lo hago (y que van ahora mismito) y uno que no recordaba pero sabía que era el que buscaba cuando hice la entrada de El desencanto y declaré mi odio más feroz a doña Felicidad. Es este:


LA MALDAD NACE DE LA SUPRESIÓN HIPÓCRITA DEL GOZO

«Jois e Jovens n'es trichaire
e malvestatz es d'aqui»

MARCABRÚ



Una cucaracha recorre el jardín húmedo
de mi chambre y circula por entre las botellas vacías:
la miro a los ojos y veo tus dos ojos
azules, madre mía.
Y canta, cantas por las noches parecida a la locura,
velas
con tu maldición para que no me caiga dormido, para que no me olvide
y esté despierto para siempre frente a tus dos ojos,
madre mía.



Los otros dos son, como Proyecto de un beso, como Diario de un seductor, dos de los poemas en los que pienso antes que en casi cualquier otro cuando pienso en Panero. O de los que más me gustan. O que más veces me han dado en los ojos. O... o, en resumen, de los que me parecía imprescindible poner, aunque finalmente nunca lo hiciera. Hasta hoy.



EVE

(Vida y mujer en hebreo, y en inglés, víspera)

A Mercedes, por el hilo que la une al secreto

Porque hiciste mi gesto eterno supe
que eras la muerte: porque ella sólo podía
amarme si no había
hombres para mí, vivos:
sólo ella podía amarme:
y supe también que tú eras
la muerte, y que me amabas.

El rostro de la Humanidad era
para mí el de nadie: como para ella,
como para ti: eres negra y no quieres
nada de lo que vive y no sabe
hasta morir que te desea.
Y vi a través de ti, cómo surgían
y surgen cabezas de la tierra helada:
cabezas, yelmos, corazas, espadas
es el fruto que cosecha la tierra en este a ño
que tanto recuerda al Último, al siguiente,
y me amaste porque yo lo veía, porque
veía crecer ya en el huerto el fruto
monstruoso que incorporaba en sí
todo dolor e injusticia y desastre

y me dijiste: «He aquí mi primer hijo
yo que nada sabía del ridículo gesto
de nacer» y agregaste:
«Este reirá de todo,
y lo encenagará todo con
el veneno de su risa mortal:
cuando no haya nadie
que recuerde cómo se reía, este reirá»
Y te reíste de mí, como mi madre
al ver que yo había nacido de ella.
Tan inmenso
era el frío en las ciudades
que algunos sabían que no era locura
ni es, creer que caerán sobre mí

o seré yo el que caiga al morir sobre tu cuerpo.

Pero en el frío crecían
seguían creciendo -la peor de las alfombras de césped
los huesos y la carne de los soldados
que crecían sobre la tierra helada. Y me dijiste
«ellos no tendrán miedo, porque están
muertos, lo mismo que tú que me amas,
a mí que soy negra
como la vida e hice una piedra de tu gesto»
Y los muertos brotaban sobre la tierra húmeda
-cabezas, yelmos, corazas y espadas
porque la Muerte se había hecho vida.

Y pregunté
-te pregunté entonces-: «Será mi alma buen
alimento para perros?»

Y contestaste: «no esperes
que ella sirva para otra cosa: aquella
fue creada
y pensada lo mismo que tu cuerpo y huesos para
nutrición de los perros finales -lo mismo
que tu palabra. «Y ¿nada he de esperar?» «Nada»
Y vi como espadas y corazas y yelmos
surgían sobre el campo más yermo.

Y me olvidé.




Acojonante, ¿no? Digno de alguien capaz de hacer "de su cadáver el último poema":


DEDICATORIA

Más allá de donde
aún se esconde la vida, queda
un reino, queda cultivar
como un rey su agonía,
hacer florecer como un reino
la sucia flor de la agonía:
yo que todo lo prostituí, aún puedo
prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema.



Además, en tanto en cuanto que bonus track, contaros que El Desencanto (ahora que por fin la tengo, voy y lo descubro) está online entre los videos de Google. Enterita. Después de tantos años, en cambio, dista mucho de estar casi entera en youtube. Está la parte referida a Leopoldo María (lógico, esperable) y poco más. Sí, me dió fuerte. Sobre todo porque llovía sobre mojado.

¿Alguien se une?



PS. Redacté ayer, moribunda. Acabo de cambiar un par de signos de puntuación, de eliminar unas frases, de añadir otras y lo lanzo al mundo.



martes, 26 de mayo de 2009

Hay sangre en el jardín qué importa de quién sea



EL ALCAUDON EN LUCHA CON LA SERPIENTE


a Vicente Aleixandre

Hay sangre en el jardín qué importa de quién sea
El granizo golpea las puertas las ventanas
No acudió la serpiente al llamado de Orfeo
No acudió Carlomagno al son del Olifante
Una figura más para el museo de cera
quién sabe si venció si aún está luchando
en Oriente buscó la Piedra Que Da el Sueño

Leopoldo María Panero


(Otra vez, sí. Paseo insaciable mi recién re-comprada edición y acabo de ver las dos películas. Reivindico el derecho a las obsesiones)

sábado, 23 de mayo de 2009

Después de tantos años

Al día siguiente de ver El desencanto, vi Después de tantos años. Claro que tenía intención de verla, lo de la fuerza de voluntad se refería a ser capaz de esperar al día siguiente. En Después de tantos años, habla Michi. Hablan los tres, vaya, pero habla más Michi. Y tiene mucha más razón. Es lógico: Leopoldo María ya anda por el manicomio de Mondragón y Juan Luis es tremendamente inquietante. Más (si eso es posible) que en El desencanto. Sólo le quito la razón en lo de que Leopoldo escriba cada vez peor, porque a Leopoldo no me lo toca ni su hermano pequeño. Felicidad Blanch había muerto unos años antes (aunque la película ya tiene unos quince y ahora Michi también está muerto) y me gusta particularmente como Michi cuenta el show que habían montado sus dos hermanos mayores. Claro que, para fastidiar, no está en youtube.

Además, ya había puesto un video sacado de la película, hace unos meses. Sin saberlo, claro. De cualquier modo, dejo a Michi justo al principio, hablando de la nostalgia, de como reinventamos tiempos pasados y los hacemos mejores. Y culminando con un "qué profundo me pongo".



Pero tampoco puedo no poner poema de Leopoldo María, que ya sabemos que me gusta mucho y soy muy feliz desde que vuelvo a tener edición de Visor, aunque el señor de Follas Novas me diga que no publicó nada más en los últimos diez años. Hace casi ocho (los que llevo en Santiago) que me cansé de discutirle al señor de Follas Novas que que él no lo tenga no significa que no exista.

Hoy soy típica, tópica y semi-resacosa, así que es "La canción del croupier del Mississipi" que, además, no estaba.


LA CANCIÓN DEL CROUPIER DEL MISSISSIPI

«Fifteen men on the Dead Man's Chest.
Yahoo! And a bottle of rum!»

Canción pirata

Fumo mucho. Demasiado.
Fumo para frotar el tiempo y a veces oigo la radio,
y oigo pasar la vida como quien pone la radio.
Fumo mucho. En el cenicero hay
ideas y poemas y voces
de amigos que no tengo. Y tengo
la boca llena de sangre,
y sangre que sale de las grietas de mi cráneo
y toda mi alma sabe a sangre,
sangre fresca no sé si de cerdo o de hombre que soy,
en toda mi alma acuchillada por mujeres y niños
que se mueven ingenuos, torpes, en
esta vida que ya sé.
Me palpo el pecho de pronto, nervioso,
y no siento un corazón. No hay,
no existe en nadie esa cosa que llaman corazón
sino quizá en el alcohol, en esa
sangre que yo bebo y que es la sangre de Cristo,
la única sangre en este mundo que no existe
que es como el mal programado, o
como fábrica de vida o un sastre
que ha olvidado quién es y sigue viviendo, o
quizá el reloj y las horas pasan.
Me palpo, nervioso, los ojos y los pies y el dedo gordo
de la mano lo meto en el ojo, y estoy sucio
y mi vida oliendo.
Y sueño que he vivido y que me llamo de algún modo
y que este cuento es cierto, este
absurdo que delatan mis ojos,
este delirio en Veracruz, y que este
país es cierto este lugar parecido al Infierno,
que llaman España, he oído
a los muertos que el Infierno
es mejor que esto y se parece más.
Me digo que soy Pessoa, como Pessoa era Álvaro de Campos,
me digo que estar borracho es no estarlo
toda la vida, es
estar borracho de vida y no de muerte,
es una sangre distinta de esa otra
espesa que se cuela por los tejados y por las paredes
y los agujeros de la vida.
Y es que no hay otra comunión
ni otro espasmo que este del vino
y ningún otro sexo ni mujer
que el vaso de alcohol besándome los labios
que este vaso de alcohol que llevo en el
cerebro, en los pies, en la sangre.
Que este vaso de vino oscuro o blanco,
de ginebra o de ron o lo que sea
?ginebra y cerveza, por ejemplo?
que es como la infancia, y no es
huida, ni evasión, ni sueño
sino la única vida real y todo lo posible
y agarro de nuevo la copa como el cuello de la vida y cuento
a algún ser que es probable que esté
ahí la vida de los dioses
y unos días soy Caín, y otros
un jugador de poker que bebe whisky perfectamente y otros
un cazador de dotes que por otra parte he sido
pero lo mío es como en «Dulce pájaro de juventud»
un cazador de dotes hermoso y alcohólico, y otros días,
un asesino tímido y psicótico, y otros
alguien que ha muerto quién sabe hace cuánto,
en qué ciudad, entre marineros ebrios. Algunos me
recuerdan, dicen
con la copa en la mano, hablando mucho,
hablando para poder existir de que
no hay nada mejor que decirse
a sí mismo una proposición de Wittgenstein mientras sube
la marea del vino en la sangre y el alma.
O bien alguien perdido en las galerías del espejo
buscando a su Novia. Y otras veces
soy Abel que tiene un plan perfecto
para rescatar la vida y restaurar a los hombres
y también a veces lloro por no ser un esclavo
negro en el sur, llorando
entre las plantaciones!
Es tan bella la ruina, tan profunda
sé todos sus colores y es
como una sinfonía la música del acabamiento,
como música que tocan en el más allá,
y ya no tengo sangre en las venas, sino alcohol,
tengo sangre en los ojos de borracho
y el alma invadida de sangre como de una vomitona,
y vomito el alma por las mañanas,
después de pasar toda la noche jurando
frente a una muñeca de goma que existe Dios.
Escribir en España no es llorar, es beber,
es beber la rabia del que no se resigna
a morir en las esquinas, es beber y mal
decir, blasfemar contra España
contra este país sin dioses pero con
estatuas de dioses, es
beber en la iglesia con música de órgano
es caerse borracho en los recitales y manchas de vino
tinto y sangre «Le livre des masques» de Rémy de Gourmont
caerse húmedo babeante y tonto y
derrumbarse como un árbol ante los farolillos
de esta verbena cultural. Escribir en España es tener
hasta el borde en la sangre este alcohol de locura que ya
no justifica nada ni nadie, ninguna sombra
de las que allí había al principio.
Y decir al morir, cuando tenga
ya en la boca y cabeza la baba del suicidio
gritarle a las sombras, a las tantas que hay y fantasmas
en este paraíso para espectros
y también a los ciervos que he visto en el bosque,
y a los pájaros y a los lobos en la calle y
acechando en las esquinas
«Fifteen men on the Dead Man's Chest
Fifteen men on the Dead Man's Chest
Yahoo! And a bottle of rum!»

Leopoldo María Panero



miércoles, 20 de mayo de 2009

El fracaso es la más resplandeciente victoria

Acabo de ver, gracias a Ulyanov (a quien es tontería que linkee porque su blog requiere invitación) por fin El desencanto y me debato entre el odio a Felicidad Blanch (Felicidad Blanch y yo representamos dos tipos de mujeres condenadas -salvo rarísimas excepciones- a odiarnos a muerte) y la fascinación por los dos Paneros menores. Juan Luis no me había llamado la atención nunca y sigue sin llamármela. Eso sí, tengo el radar desbocado pitando en todas direcciones.

Coincido con Águeda en la fascinación por Michi, pero Leopoldo (hijo) es Leopoldo. Y uno de mis poetas favoritos. Si tuviera que escoger quién me gusta más en el documental, claro que me quedaba con Michi. Michi y sus maneras suaves y sus caídas de párpados en las últimas escenas y su aire de loco encantador en las primeras.

En ningún momento siento la repulsión que he oído a gente decir que siente por Leopoldo María. Ya lo había visto otras veces, había visto fragmentos de El desencanto y no me repele. Me fascina la dicción entre pija y de fumado que tiene en algunos momentos y me resulta tremendamente lúcido siempre. Lúcido como sólo pueden serlo los locos "tocados por la maldición del cielo". Y el verso es casi suyo. El suyo es "un loco tocado por la maldición del cielo".

El desencanto es todo lo que me habían contado pero había que verlo entero y de corrido.

Sobre ella (ella es Felicidad Blanch) había leído (no en vano Panero escribió y dijo tanto sobre ella: a favor y en contra), pero ahora entiendo la relación amor-odio del hijo genio con la mujer voluble y presumida. Voluble, presumida, cobarde y que lo reconoce. La que empieza diciendo que Leopoldo (padre) murió una tarde como tantas otras en las que habían sido felices y se pasa toda la película lavando trapos sucios. El tipo de mujer (no sólo por "niña bien") con la que yo siempre me he llevado a matar. Yo con ellas y ellas conmigo. Simplemente, yo sé por qué no las soporto a ellas y ellas sólo saben que no me soportan a mí porque no me reconocen como lo que ellas consideran que debe ser una mujer. No soy ni delicada ni presumida ni tonta. Bueno, eso último sólo lo espero. No puedo aspirar ni a donna angelicata ni a personaje femenino de novela de Bryce. Y no es que quiera. Aunque Bryce haya sido mi favorito toda la adolescencia, yo jamás me he identificado con ninguno de sus personajes femeninos y no entendía qué les veían los masculinos. El último agilipollamiento incomprensible que tuve con alguien (y que duró cuatro interminables y estúpidos años) terminó definitivamente al comprender que al individuo en cuestión (al que no podía tener más idealizado) le gustaban las niñas pavitas. Hace ya un año de eso.

No puedo. Lo siento pero no puedo. Los tres hijos, bien. La historia, bien. Lo mejor: mi odio para Felicidad Blanch, que en paz descanse. Donde no puede ser tonta. O sí. Nunca se sabe.

Poema de Leopoldo María y fragmento de la película. No sé si seré capaz de no ver Después de tantos años. Mi padre, que me educó para niña delicada y presumida siempre dirá que no tengo fuerza de voluntad. Y no le falta razón.

A mi madre

(reivindicación de una hermosura)

Escucha en las noches cómo se rasga la seda
y cae sin ruido la taza de té al suelo
como una magia
tú que sólo palabras dulces tienes para los muertos
y un manojo de flores llevas en la mano
para esperar a la Muerte
que cae de su corcel, herida
por un caballero que la apresa con sus labios brillantes
y llora por las noches pensando que le amabas,
y dice sal al jardín y contempla cómo caen las estrellas
y hablemos quedamente para que nadie nos escuche
ven, escúchame hablemos de nuestros muebles
tengo una rosa tatuada en la mejilla y un bastón con
empuñadura en forma de pato
y dicen que llueve por nosotros y que la nieve es nuestra
y ahora que el poema expira
te digo como un niño, ven
he construido una diadema
(sal al jardín y verás cómo la noche nos envuelve)


Leopoldo María Panero










Ella no está especialmente hostiable en este fragmento. Lo puse por él.

lunes, 20 de abril de 2009

Ese amanecer que recuerda a la nada

LA CUÁDRUPLE FORMA DE LA NADA

Yo he sabido ver el misterio del verso
que es el misterio de lo que a sí mismo nombra
el anzuelo hecho de la nada
prometido al pez del tiempo
cuya boca sin dientes muestra el origen del poema
en la nada que flota antes de la palabra
y que es distinta a la nada que el poema canta
y también a esa nada en que expira el poema:
tres son pues las formas de la nada
parecidas a cerdos bailando en torno del poema
junto a la casa que el viento ha derrumbado
y ay del que dijo una es la nada
frente a la casa que el viento ha derrumbado:
porque los lobos persiguen el amanecer de las formas
ese amanecer que recuerda a la nada;
triple es la nada y triple es el poema
imaginación escrita y lectura
y páginas que caen alabando a la nada
la nada que no es vacío sino amplitud de palabras
peces shakespearianos que boquean en la playa
esperando allí entre las ruinas del mundo
al señor con yelmo y con espada
al señor sin fruto de la nada.
Testigo es su cadáver aquí donde boquea el poema
de que nada se ha escrito ni se escribió nunca
y ésta es la cuádruple forma de la nada.

Leopoldo María Panero

viernes, 9 de enero de 2009

Tan sólo una lágrima y tu aullido (Ecce Ancilla Domini)




El lamento de José de Arimatea

No soporto la voz humana,
mujer, tapa los gritos del
mercado y que no vuelva
a nosotros la memoria del
hijo que nació de tu vientre.

No hay más corona de
espinas que los recuerdos
que se clavan en la carne
y hacen aullar como
aullaban
en el Gólgota los dos ladrones.
Mujer,
no te arrodilles más ante
tu hijo muerto.
Bésame en los labios
como nunca hiciste
y olvida el nombre
maldito de
Jesucristo.

Así arderá tu cuerpo
y del Sabbath quedará
tan sólo una lágrima
y tu aullido.

Leopoldo María Panero


Voy de prerrafaelista en prerrafaelista y tiro porque me toca. Siempre.

La entrada la puse tal cual en el fotolog. No recuerdo en cuál. Pero la recordé, me había gustado, la retomo. Panero queda bien con Rossetti. Incluso con el Ecce Ancilla Domini. Mejor con el Ecce Ancilla Domini. Mejor cuando la imagen es un ángel y quien habla es José de Arimatea (al que tengo cierto aprecio por esto de que guardó el grial y permitió el que algún día, dios mediante, será mi tema de tesis, si logro hacer el puto TIT). Mejor cuando sientes que la niña asustada algún día crecerá, mejor cuando los mitos se reinterpretan.

El Ecce Ancilla Domini (no sé cómo va vuestro latín ni vuestra mitología judeocristiana, pero significa "He aquí la esclava del Señor" y viene siendo cuando viene el ángel y le cuenta que va a tener una criatura, que la criatura es de su dios y que le tiene que poner el nombre que a papá -dios- le da la gana) es de los primerísimos cuadros de Rossetti y se nota. Se nota mucho.

Rossetti me gusta por la seguridad de sus mujeres. De las otras. Seguridad en lo que sea. Incluso la pobre Lizzie con el láudano está segura. Están tristes, pero seguras. La cría esta está acojonada. Lógico. Llega el ángel, le da el lirio, le cuenta que está preñada...

Y no entiendo de pintura, pero sí algo de simbolismos. Poco. Pero soy de medieval y me gusta el XIX. Lo suficiente como para saber cómo interpretaban la Edad Media, el llamado revival victoriano y demás. No hay demasiados medievalistas a los que les guste el XIX (sí al revés), precisamente porque es probable que, de todos, el siglo XIX fuera (y vivimos en este) el que peor entendió la Edad Media. También el que más la admiró, el que empezó a sacarla de su oscuridad (ja!), el que quiso imitarla. El que tenía tan ni puta idea de qué iba el asunto como tenían los medievales de la época clásica. Ni más ni menos. Nada más medieval y menos científico. Y casi nada ha producido tanta belleza, tampoco. La propia Edad Media tal vez.

La mención a la Edad Media viene al caso. Por el cuadro, por el movimiento, por la temática del amigo Rossetti y los demás. Porque se llamaban (se hacían llamar) prerrafaelistas o prerrafaelitas por algo. Y, además del estilo, de no saber hacer frescos, de la intención, recrearon mucho mucho el universo artúrico. Que es lo mío, así que os garantizo que de eso sí sé. Mucho. Además, de la parte más freak y más bonita, la de los romans en verso. Caballeros que contemplan sangre de un pájaro en la nieve y piensan en los colores del rostro de la dama y cursiladas por el estilo. Con la salvedad de que eran los primeros en ser cursis. Y no eran cursis, eran corteses. ¿De dónde viene cursi? ¡Filólogos, a mí!

Venía al caso, repito, porque ahora ya estaba emocionándome con Arturito (rey más soso, joder!) y sus muchachos y sus historias y sus caballeros cortados por la mitad de una sola estocada. Caballeros malos y ajenos, claro. Antes de que se dedicara a redimir a todo aquel que fuera malo y pasara por allí, antes de enterarse de su mujer con su amigo. Y paro, que en serio me emociono.

El lirio simboliza muchas cosas, pero es símbolo de pureza. Entonces, ahora y siempre. La niña se supone es virgen, se supone ha sido fecundada por el espíritu santo, ha sido escogida por su pureza bla, bla, bla. El ángel no tiene sexo, también es puro. Y le da el lirio. Pero la cría es pelirroja. Y para esta gente (esta gente que no sabía hacer frescos pero sí cuadros maravillosos), ser pelirroja era símbolo de voluptuosidad. Mucha.

Y todo esto viene a que yo sí veo la relación entre el cuadro y el texto. No sólo porque en los dos aparece la madre del hijo de ese dios (qué lío!), sino porque Rossetti no nos pinta del todo una virgen (con minúscula) ingenua y asustada. Asustada sí, repito. Mucho. Asustada y voluptuosa.

¿Es tan difícil verla triste y voluptuosa treinta años después?

martes, 9 de diciembre de 2008

Todos los niños crecen, excepto uno

UNAS PALABRAS PARA PETER PAN

"No puedo ya ir contigo, Peter. He olvidado volar, y...
Wendy se levantó y encendió la luz: él
lanzó un grito de dolor... »
James Matthew Barrie, Peter Pan.

Pero conoceremos otras primaveras, cruzarán el cielo otros nombres -Jane, Margaret-. El desvío en la ruta, la visita a la Isla-Que-No-Existe, está previsto en el itinerario. Cruzarán el cielo otros nombres hasta ser llamados, uno tras otro, por la voz de la señora Darling (el barco pirata naufraga, Campanilla cae al suelo sin un grito, los Niños Extraviados vuelven el rostro a sus esposas o toman sus carteras de piel bajo el brazo, Billy el Tatuado saluda cortésmente, el señor Darling invita a todos ellos a tomar el té a las cinco). Las pieles de animales, el polvo mágico que necesitaba de la complicidad de un pensamiento, es puesto tras de la pizarra, en una habitación para ellos destinada en el n° 14 de una calle de Londres, en una habitación cuya luz ahora nadie enciende. Usted lleva razón, señor Darling, Peter Pan no existe, pero sí Wendy, Jane, Margaret y los Niños Extraviados. No hay nada detrás del espejo, tranquilícese, señor Darling, todo estaba previsto, todos ellos acudirán puntualmente a las cinco, nadie faltará a la mesa. Campanilla necesita a Wendy, las Sirenas a Jane, los Piratas a Margaret. Peter Pan no existe. «Peter Pan, ¿no lo sabías? Mi nombre es Wendy Darling». El río dejó hace tiempo la verde llanura, pero sigue su curso. Conocer el Sur, las Islas, nos ayudará, nos servirá de algo al fin y al cabo, durante el resto de la semana. Wendy, Wendy Darling. Deje ya de retorcerse el bigote, señor Darling, Peter Pan no es más que un nombre, un nombre más para pronunciar a solas, con voz queda, en la habitación a oscuras. Deje ya de retorcerse el bigote, todo quedará en unas lágrimas, en un sollozo apagado por la noche: todo está en orden, tranquilícese, señor Darling.

Leopoldo María Panero



Siempre he mantenido que me parecía injusto el tener que escoger entre Wendy y Campanilla. Yo quiero ser Tigrilla, la amiga de Peter. O sirena. Hay veces que querría ahogar a Wendy.

Lo único que me gusta de Wendy es que sea la única chica entre tanto Niño Perdido y que cosa la sombra de Peter.

A Campanilla, realmente no la soporto. Pese a ello, bato palmas periódicamente, para demostrar que creo en las hadas y salvarla.

Tal vez porque envidio su capacidad para hacer volar a otros. Si no saben volar, pierden el tiempo conmigo.

Yo claro que sé volar. Y hacer todo lo que sabe hacer una piel roja como dios manda.

Ni Wendy ni Campanilla, no. Que se peleen ellas por Peter.

Todos los niños crecen, excepto uno. Y ahora viene Panero a contarnos que no existe.

Pero Nunca Jamás, sí. Si no, ¿dónde se supone que vivo yo?



jueves, 23 de octubre de 2008

Un reino moribundo debajo del mar





Annabel Lee


Hay un nombre cuyo ruido hace

temblar al aire como si fuera de algo

el de mi hermosa Annabel Lee: el de una niña

que me amó como si yo algo fuera

y que al morir supo tan sólo

a Dios decir un nombre, un ruido:

Annabel Lee.


Yo era una niña y ella casi un niño

nadando los dos bajo el mar; pero

nos amábamos ambos de algo como hierro

y llorábamos juntos los dos, bajo el cielo.

Y fue ese el motivo quizá por el que un día

una lágrima cayó del cielo disolviendo

como un ácido el cuerpo que temblaba

de mi hermosa, de mi pálida Annabel Lee, y entonces

vinieron sus padres, gente de dinero

a hacerse cargo del alma, y dicen

que la enterraron bajo el mar.


Pero hoy los huesos de una niña bailan

allí junto a una roca, cerca

de aquel reino moribundo que hay

debajo del mar, y cantan

aún esa canción demente, la

de los seres que

se enterraron juntos pronunciando

a solas el nombre de

Annabel Lee.


Leopoldo María Panero



Siempre me ha gustado la versión de Annabel Lee de Panero ("yo era una niña y ella casi un niño"). No tanto como la de Poe, claro, pero siempre me ha gustado. Siempre me han gustado las versiones de Panero.

Mis tres difuntos fotologs atestiguan que Annabel Lee es un poema que me gusta mucho.


La imagen, de Sorolla.

Me duele la cabeza!

Y no sé por qué, pero mi blog se come, desde ayer, fragmentos de las pinturas. Señal de que todo se derrumba.

Empiezo a dudar que sea cierta la inmensa tragedia de la literatura



LA POESÍA DESTRUYE AL HOMBRE...

La poesía destruye al hombre
mientras los monos saltan de rama en rama
buscándose en vano a sí mismos
en el sacrílego bosque de la vida
las palabras destruyen al hombre
¡y las mujeres devoran cráneos con tanta hambre
de vida!
Sólo es hermoso el pájaro cuando muere
destruído por la poesía.


MUTIS

Era más romántico quizá cuando
arañaba la piedra
y decía por ejemplo, cantando
desde la sombra a las sombras,
asombrado de mi propio silencio,
por ejemplo: "hay
que arar el invierno
y hay surcos, y hombres en la nieve"
Hoy las arañas me hacen cálidas señas desde
las esquinas de mi cuarto, y la luz titubea,
y empiezo a dudar que sea cierta
la inmensa tragedia
de la literatura.


Leopoldo María Panero

domingo, 12 de octubre de 2008

Me gusta aplastar cigarrillos con los pies: es como si me cargara a alguien




Buscaba textos de Panero (ay, cuánto echo de menos mi Obra Completa de Panero!!) y encontré este video. Obviamente, tenía que ponerlo aquí.

También os dejo un poema de Panero, una buena costumbre que estaba perdiendo.


Dérisoires martyrs...
STÉPHANE MALLARMÉ

En el obscuro jardín del manicomio
Los locos maldicen a los hombres
Las ratas afloran a la Cloaca Superior
Buscando el beso de los Dementes.

Un loco tocado de la maldición del cielo
Canta humillado en una esquina
Sus canciones hablan de ángeles y cosas
Que cuestan la vida al ojo humano
La vida se pudre a sus pies como una rosa
Y ya cerca de la tumba, pasa junto a él
Una Princesa.

Los ángeles cabalgan a lomos de una tortuga
Y el destino de los hombres es arrojar piedras a la rosa
Mañana morirá otro loco:
De la sangre de sus ojos nadie sino la tumba
Sabrá mañana nada.

El loquero sabe el sabor de mi orina
Y yo el gusto de sus manos surcando mis mejillas
Ello prueba que el destino de las ratas
Es semejante al destino de los hombres.

Leopoldo María Panero

miércoles, 6 de agosto de 2008

Otro Panero (estoy desatada)

HEMBRA...

Hembra que entre mis muslos callabas
de todos los favores que pude prometerte
te debo la locura.

Leopoldo María Panero, claro


Todavía no he creado una etiqueta para Panero?? Manda huevos!!

Luego la creo...

lunes, 21 de julio de 2008

Y otro más. Declaración de principios / aviso para navegantes


DIARIO DE UN SEDUCTOR

No es tu sexo lo que en tu sexo busco
sino ensuciar tu alma:
desflorar
con todo el barro de la vida
lo que aún no ha vivido.

Leopoldo María Panero

Otro poema del mismo Panero (quiero recuperar mi obra completa de Panero!)


PROYECTO DE UN BESO

Te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra
te mataré mañana poco antes del alba
cuando estés en el lecho, perdida entre los sueños
y será como cópula o semen en los labios
como beso o abrazo, o como acción de gracias
te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra
y en el pico me traiga la orden de tu muerte
que será como beso o como acción de gracias
o como una oración porque el día no salga
te mataré mañana cuando la luna salga
y ladre el tercer perro en la hora novena
en el décimo árbol sin hojas ya ni savia
que nadie sabe ya por qué está en pie en la tierra
te mataré mañana cuando caiga la hoja
decimotercera al suelo de miseria
y serás tú una hoja o algún tordo pálido
que vuelve en el secreto remoto de la tarde
te mataré mañana, y pedirás perdón
por esa carne obscena, por ese sexo oscuro
que va a tener por falo el brillo de este hierro
que va a tener por beso el sepulcro, el olvido
te mataré mañana cuando la luna salga
y verás cómo eres de bella cuando muerta
toda llena de flores, y los brazos cruzados
y los labios cerrados como cuando rezabas
o cuando me implorabas otra vez la palabra
te mataré mañana cuando la luna salga,
y así desde aquel cielo que dicen las leyendas
pedirás ya mañana por mí y mi salvación
te mataré mañana cuando la luna salga
cuando veas a un ángel armado de una daga
desnudo y en silencio frente a tu cama pálida
te mataré mañana y verás que eyaculas
cuando pase aquel frío por entre tus dos piernas
te mataré mañana cuando la luna salga
te mataré mañana y amaré tu fantasma
y correré a tu tumba las noches en que ardan
de nuevo en ese falo tembloroso que tengo
los ensueños del sexo, los misterios del semen
y será así tu lápida para mí el primer lecho
para soñar con dioses, y árboles, y madres
para jugar también con los dados de noche
te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra.

Leopoldo María Panero

Un poema de Panero (Leopoldo María)


NECROFILIA

(prosa)

El acto del amor es lo más parecido
a un asesinato.
En la cama, en su terror gozoso, se trata de borrar
el alma del que está,
hombre o mujer,
debajo.
Por eso no miramos.
Eyacular es ensuciar el cuerpo
y penetrar es humillar con la
verga la
erección de otro yo.
Borrar o ser borrados, tando da, pero
en un instante, irse
dejarlo
una vez más
entre sus labios.

lunes, 23 de junio de 2008

BLANCANIEVES SE DESPIDE DE LOS SIETE ENANOS



Prometo escribiros, pañuelos que se pierden en el horizonte, risas que palidecen, rostros que caen sin peso sobre la hierba húmeda, donde las arañas tejen ahora sus azules telas. En la casa del bosque crujen, de noche, las viejas maderas, el viento agita raídos cortinajes, entra sólo la luna a través de las grietas. Los espejos silenciosos, ahora, qué grotescos, envenenados peines, manzanas, maleficios, qué olor a cerrado, ahora, qué grotescos. Os echaré de menos, nunca os olvidaré. Pañuelos que se pierden en el horizonte. A lo lejos se oyen golpes secos, uno tras otro los árboles se derrumban. Está en venta el jardín de los cerezos.


Leopoldo María Panero