domingo, 22 de enero de 2012

In memoriam

Hace quince años, tú debías tener algo menos de cuarenta y nosotras teníamos trece. También tuvimos catorce, quince, dieciséis, diecisiete y hasta hoy, que tenemos veintiocho. Hablaba con ella, hace un rato, cuando me daba la noticia que no me podía creer, de que podía hacer tranquilamente cinco años que no nos veíamos. Hoy tiene una criatura preciosa que es igualita a ella y que se parece un montón a ti, porque os parecíais mucho.

Nos pasamos cientos de tardes adolescentes en tu casa e íbamos a verte a la inmobiliaria para que nos dejaras hacer solitarios en el ordenador. Eras joven, guapa, estabas divorciada, tenías tres hijos y un montón de paciencia con nosotras. Recuerdo haberme sentido en tu casa siempre como si estuviera en la mía, estuvieras tú o no (y eso, cuando se es adolescente y la madre de tu amiga está en casa es muy difícil). No nos trababas exactamente como a iguales pero tampoco como a crías.

Fuiste, ahora que lo pienso, que hace hora y pico que no puedo parar de pensar en ti, mi modelo de mujer independiente.

Hicimos mil y no hicimos ninguna y nos las aguantaste todas. Me llamabas "mi neniña" y me preguntabas siempre como estaba mi madre, que estaba mal. Un día tu hermana tuvo un accidente y se murió y yo no sabía como reaccionar cuando te vi llorar. Yo, que fui una adolescente llorosa a la que habrás visto llorar (y consolado) mil veces.

Y nos hicimos mayores. Yo me fui a Santiago, Carmelita se quedó en Ferrol. Yo anduve de huelga en huelga y ella se metió en el ejército. Pasan los años, crecen las distancias y, bien, menos mal que existe internet.

Hace varios días que la encontré y hoy me hablaba y yo le preguntaba por esa niña de las fotos, que es ella en pequeñito, que es una preciosidad. Y le pregunté por ti. Porque me pasé media vida metida en tu casa, porque siempre te quise mucho, porque me consta que me querías mucho. Moriste en mayo. La vida es una puta mierda.

Que la tierra te sea leve, Carmela madre, donde quiera que estés.