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jueves, 7 de mayo de 2009

Hubo un tiempo ya bastante lejano en que creía en el dios de los cristianos. Nunca he creído en ningún otro y hace mucho que no creo en ninguno. Pese a ello, la mitología judeo-cristiana me parece fascinante y es harto probable que haya terminado pensando tan a la izquierda por lo mucho que me creí en su momento lo de amar al prójimo como a tí mismo, etc. Lo de leer a Marx y la Biblia a la vez, como una adolescente normal.

Siempre me gustó más el Antiguo Testamento (tiene más de novela de aventuras) que el Nuevo. Y eso que el Nuevo tiene cosas estupendas y maravillosamente de izquierdas, como decía antes. Tuve un profesor de Religión (ah, lo olvidaba, además de hija de militar de derechas, estudié en colegio privado, de curas) que decía que el bueno de Jesucristo era quasi feminista por lo de tratar bien a la Magdalena. Era el mismo profesor que, cuando llegábamos a una parte del libro donde dijera tonterías del tipo de "Dios te ama, tienes que amar a Dios" decía "bah, esto es propaganda política" y pasaba a la página siguiente. Es también capellán del equipo local, que supongo que andará por 2ªB, pero es un detalle simpático. Pese a que lo de la Magdalena sea un poco exagerado.

También me gustan los poemas que hablan de la búsqueda de dios. Es un tipo de poema existencial como otro cualquiera. César, ese profesor de Religión, además de hablarnos de Historia, fue el primero que me habló de Sartre y de Camus. Leí La peste porque me la recomendó él. Realmente, es uno de los mejores profesores que haya tenido en la vida.

Además, me gusta la hagiografía. Puede que el componente gore de los martirios tenga algo que ver. Bueno, no puede, lo tiene. Eso y el toque naïf, sólo superado porque la tonta de Virginia se ahogue por no sacarse el vestido (Pablo y Virginia me traumatiza profundamente) de muchos mártires. María Goretti dejándose matar para impedir que la violen porque el sexo es pecado. Hace cuatro días, como quien dice. Me fascina.

Y me caen bien los jesuitas, qué le vamos a hacer. María dice (o decía) que empecé a caerle bien de verdad cuando yo andaba por primero y ella por tercero y me lamenté por la cantidad de genes desperdiciados por el voto de castidad de los jesuitas. El voto es de todos, pero a mí me preocupan los jesuitas. Los jesuitas son cultos e inteligentes por definición.

Los jesuitas y la Teología de la Liberación, claro. Sólo les falta dar un paso más y volverse ateos. Pero nadie es perfecto.

Es por eso que siempre me resultó tremendamente emocionante esta canción:



Donde cayo Camilo
nacio una cruz,
pero no de madera
sino de luz.
Lo mataron cuando iba
por su fusil,
Camilo Torres muere
para vivir.

Cuentan que tras la bala
se oyo una voz,
era Dios que gritaba:
Revolucion!

Revisar la sotana
mi general,
que en la guerrilla cabe
un sacristan.
Lo clavaron con balas
en una cruz,
lo llamaron bandido
como a Jesus.

Y cuando ellos bajaron
por su fusil,
se encontraron que el pueblo
tiene cien mil
cien mil Camilos prontos
a combatir,
Camilo Torres muere para vivir.


La letra es de Daniel Viglietti. Canta Víctor Jara.


Mi canción favorita de Víctor Jara, ya que estamos, no es "Te Recuerdo Amanda" (y "Te Recuerdo Amanda" lleva siendo de mis canciones favoritas desde que tengo recuerdos) ni "Abre tu ventana", que nadie me convence de que no la cantaba para mí, sino la "Plegaria a un labrador". Claro. Victor Jara tuvo más culpa que nadie de que yo acabara pensando a la izquierda, aunque hubiera pasado por el seminario. Tanto que (creo que esta historia ya la he contado), de pequeñita pensaba que el Juan sin Tierra que cantaba él era el hermano malo de Ricardo Corazón de León y que es cierto que la historia la cuentan los vencedores y que puede que en realidad no fuera tan malo. Alguna campana de que las películas de Hollywood y las cosas que cantaba Víctor Jara no tenían nada que ver había escuchado yo. Y sabía que lo habían matado (a Víctor Jara, no a Juan Sin Tierra) por cuestiones políticas, así que no era tan descabellado pensar que estaba del lado de los que perdían. Porque los que matan siempre son los que ganan. Ahí aprendí, también, que siempre ganan los malos. Si matan a Víctor Jara, tienen que ser malos. Mucho. Pocas cosas he llorado tanto como la muerte de Víctor Jara. Y eso que yo nací diez años después.


miércoles, 28 de enero de 2009

El derecho de vivir en paz



Pues eso. Que nunca está de más reivindicarlo. Y últimamente está el mundo pa'l tinte.

Offtopic: podían pagarme por no trabajar y darme un título sin tener que hacer exámenes... del doctorado mejor ni acordarse.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Siempre pensé que Víctor Jara cantaba esta canción para mí...

Pero, desde que, buscando la letra (tenía google puesto para hacer búsquedas en portugués), lo vi en una página llamada Vagalume, no me cupo la menor duda.

Nadna, tienes razón: sólo existo en tu imaginación.




María, abre la ventana
y deja que el sol alumbre
por todos los rincones
de tu casa.

María, mira hacia afuera
nuestra vida no ha sido hecha
para rodearla de sombras
y tristezas.

María ya ves,
no basta nacer, crecer, amar,
para encontrar la felicidad.
Pasó lo más cruel,
ahora tus ojos se llenan de luz
y tus manos de miel.

María...
Tu risa brota como la mañana
brota en el jardín.
María.

La eterna pregunta es: si siempre la he escuchado como si fuera para mí (aunque nací casi diez años después de que mataran a Víctor Jara), por qué coño no soy capaz de aplicarme el cuento???!!!

Son las cinco de la mañana y yo tengo los ojos como platos.

El martes hace 35 años que mataron a Víctor Jara. Yo llevo llorándolo desde que alguien decidió que tenía edad suficiente para saber que lo habían matado. Puede hacer tranquilamente veinte años. Reenvié a todo el mundo el link para las firmas para la reapertura del caso. Lloré cuando reabrieron el caso. Y se lo conté a todo el mundo, como si me fuera la vida en ello.

No sé dónde estaré el martes, así que valga como efeméride.

Víctor Jara es la banda sonora de mi infancia. Nunca ha dejado de gustarme. Y cada día me gusta un poco más.



Dejo una foto de la tumba. Porque sí, porque me da la gana y porque al espíritu romántico (del romanticismo real, no del cursi) que hay bajo mi look Woodstock le gustan los cementerios. Participo, creo, en todo el Romanticismo salvo el nacionalismo y el amor.

Y la estética, pero eso es una cuestión meramente cronológica.

Sigo escuchando la canción, a ver si hace efecto y llorando a Víctor Jara.

E intentando dormir, también.

jueves, 24 de julio de 2008

Déjame que me calle con el silencio tuyo

.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
Déjame que me calle con el silencio tuyo.
.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

Pablo Neruda








Veinte poemas de amor y una canción desesperada
fue mi primer libro de poesía. El primero que era mío. Me encantaba Neruda y costaba prácticamente nada entre un montón de libros más. Todavía tengo esa edición. Quiero decir que no me he comprado otra. Si tengo un tomo descomunal, edición de kiosko, con la poesía de Neruda. Y la edición de El mundo de Confieso que he vivido. Neruda es uno de mis autores favoritos. Y de Víctor Jara he contado muchas veces que cantaba en el coche de mis padres cuando era pequeña. Y ahora. Las cintas eran de mi madre. Los CDs son míos. Creo que me gusta todavía más ahora que entonces. Y ya entonces era el que más me gustaba de las cosas que sonaban en el coche.

El día que reabrieron el caso, lloré. Lloré de verdad. No como cuando era pequeña y me contaron que lo habían matado "por rojo" el mismo motivo para mí incomprensible por el que habían matado a Lorca, Machado se había exiliado y mi tío favorito había estado en la cárcel, allá por los 70 ya. El mismo motivo por el que habían fusilado a los de Al alba, aquella canción que me gustaba tanto y de la que me habían tenido que explicar que hablaba la gente a la que iban a fusilar. Fue de los pocos llantos de emoción que he tenido. Lloro mucho, pero siempre es un llanto terrible, nada reparador. O motivado por los libros, que no cuenta. Con que reabrieran el caso de Víctor Jara me habían curado una herida de infancia.

A Neruda lo descubrí más crecidita. Conocía (también del coche) las versiones de Olga Manzano y Manuel Picón, pero no tenía ni puta idea de quien era el tal Neruda. Y me entusiasma. De mis poetas favoritos, repito. Siempre me contaron que murió del disgusto con la subida al poder del tipo que mató a Víctor Jara. Como era mayorcita, entendía la broma. Y me dolía, también. Aunque nadie me ha dolido como Víctor Jara.

Así que van los dos. Un pedazo importante de mi infancia y mi adolescencia. La primera, la que tiene poco de memorable y lo poco que tiene son libros y películas. Y llorar mucho.

La canción acaba de sonar en mi mp3 espontáneamente entre trovador y trovador. Ahora suena Jimi Hendrix, está con la reproducción aleatoria. Tenía que compartirlo.