Siempre me gustó más el Antiguo Testamento (tiene más de novela de aventuras) que el Nuevo. Y eso que el Nuevo tiene cosas estupendas y maravillosamente de izquierdas, como decía antes. Tuve un profesor de Religión (ah, lo olvidaba, además de hija de militar de derechas, estudié en colegio privado, de curas) que decía que el bueno de Jesucristo era quasi feminista por lo de tratar bien a la Magdalena. Era el mismo profesor que, cuando llegábamos a una parte del libro donde dijera tonterías del tipo de "Dios te ama, tienes que amar a Dios" decía "bah, esto es propaganda política" y pasaba a la página siguiente. Es también capellán del equipo local, que supongo que andará por 2ªB, pero es un detalle simpático. Pese a que lo de la Magdalena sea un poco exagerado.
También me gustan los poemas que hablan de la búsqueda de dios. Es un tipo de poema existencial como otro cualquiera. César, ese profesor de Religión, además de hablarnos de Historia, fue el primero que me habló de Sartre y de Camus. Leí La peste porque me la recomendó él. Realmente, es uno de los mejores profesores que haya tenido en la vida.
Además, me gusta la hagiografía. Puede que el componente gore de los martirios tenga algo que ver. Bueno, no puede, lo tiene. Eso y el toque naïf, sólo superado porque la tonta de Virginia se ahogue por no sacarse el vestido (Pablo y Virginia me traumatiza profundamente) de muchos mártires. María Goretti dejándose matar para impedir que la violen porque el sexo es pecado. Hace cuatro días, como quien dice. Me fascina.
Y me caen bien los jesuitas, qué le vamos a hacer. María dice (o decía) que empecé a caerle bien de verdad cuando yo andaba por primero y ella por tercero y me lamenté por la cantidad de genes desperdiciados por el voto de castidad de los jesuitas. El voto es de todos, pero a mí me preocupan los jesuitas. Los jesuitas son cultos e inteligentes por definición.
Los jesuitas y la Teología de la Liberación, claro. Sólo les falta dar un paso más y volverse ateos. Pero nadie es perfecto.
Es por eso que siempre me resultó tremendamente emocionante esta canción:
Donde cayo Camilo
nacio una cruz,
pero no de madera
sino de luz.
Lo mataron cuando iba
por su fusil,
Camilo Torres muere
para vivir.
Cuentan que tras la bala
se oyo una voz,
era Dios que gritaba:
Revolucion!
Revisar la sotana
mi general,
que en la guerrilla cabe
un sacristan.
Lo clavaron con balas
en una cruz,
lo llamaron bandido
como a Jesus.
Y cuando ellos bajaron
por su fusil,
se encontraron que el pueblo
tiene cien mil
cien mil Camilos prontos
a combatir,
Camilo Torres muere para vivir.
La letra es de Daniel Viglietti. Canta Víctor Jara.
Mi canción favorita de Víctor Jara, ya que estamos, no es "Te Recuerdo Amanda" (y "Te Recuerdo Amanda" lleva siendo de mis canciones favoritas desde que tengo recuerdos) ni "Abre tu ventana", que nadie me convence de que no la cantaba para mí, sino la "Plegaria a un labrador". Claro. Victor Jara tuvo más culpa que nadie de que yo acabara pensando a la izquierda, aunque hubiera pasado por el seminario. Tanto que (creo que esta historia ya la he contado), de pequeñita pensaba que el Juan sin Tierra que cantaba él era el hermano malo de Ricardo Corazón de León y que es cierto que la historia la cuentan los vencedores y que puede que en realidad no fuera tan malo. Alguna campana de que las películas de Hollywood y las cosas que cantaba Víctor Jara no tenían nada que ver había escuchado yo. Y sabía que lo habían matado (a Víctor Jara, no a Juan Sin Tierra) por cuestiones políticas, así que no era tan descabellado pensar que estaba del lado de los que perdían. Porque los que matan siempre son los que ganan. Ahí aprendí, también, que siempre ganan los malos. Si matan a Víctor Jara, tienen que ser malos. Mucho. Pocas cosas he llorado tanto como la muerte de Víctor Jara. Y eso que yo nací diez años después.