viernes, 11 de julio de 2008

REPUGNANCIA



Detesto vuestra suerte, gentes
privilegiadas, muñecas japonesas idóneas.
Elegantes, miembros rosos, líneas
plásticas, ropas de seda, trasparentes.

Toda vuestra vida está en unos ojos angelicales.
En vuestros labios solo palabras de pasión.
Este es el sueño que tenéis: un marido inocentón
y dormir en unas camas leales.

Danza de semi-vírgenes, de dos en dos
con el cuerpo inflexible, triunfales,
solemnes, y un poco teatrales
acudís al dancing y al odeón ambas a dos.

Allí os quedáis posando infinitamente.
Antes románticas como las lunas,
mañana vais a parecer madonas algunas
oyendo a la "Valenzia" escabrosamente.

Imitáis al monstruo durante un período
con las cuatro piernas pegadas avés.
Vais corriendo a leer después
"la guía para las madres" a vuestro modo.

Oh, si pudiera alguien florecer así un día,
rosa grande de una alabadora,
o si pudierais vosotras sondar ahora
con una horquilla vuestra cabeza vacía!

Miembros indomables, ropas trasparentes,
bocas asquerosas de hipocresía,
insospechables, seres nulos de apatía
y a causa de todo eso, privilegiadas gentes...

Kostas Karyotakis




En diez días se cumplen ochenta años del suicidio de Kostas Karyotakis. El 20 de julio intentó ahogarse y el 21 se pegó un tiro debajo de un eucalipto. No sé qué será de mi vida el 21 de julio, ni recordaba que fuera en esa fecha. Me limitaba a leer poemas del único griego contemporáneo que conozco, además de Kavafis. Y llamar contemporáneo a cualquiera de ellos sólo nos es permitido a los medievalistas.

Iba a poner "Los suicidas ideales", pero tengo un día demasiado raro. Y lo reservo para el 21. Si es que no queda, como quedó Kafka el 3, en nada.

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