miércoles, 2 de julio de 2008

Safo

Sola, en alta rama, enrojece una dulce manzana
alto, en lo más alto, inadvertida a los recolectores.
No, no inadvertida, es que no pudieron alcanzarla.

Safo de Lesbos


No me compré a Safo porque se cruzó en mi camino Balthus. Y Schiele. Y porque Safo nunca se escapa, siempre está en alguna librería, completa (sólo conservamos unos pocos cientos de versos). Siempre pasa algo y al final nunca tengo a Safo. Supongo que el día que la compre de verdad pasará algo importante. O no. Pero amo a Safo, pese a no haberla comprado.

Voy a lavar mi manzana

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