jueves, 10 de julio de 2008

ELEGÍA

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como el rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería.)



Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.


Miguel Hernández



Miguel Hernández era mi poeta favorito la última vez que tuve edad para hacer semejante clasificación. Sin embargo, no tengo edición propia, sino la Obra completa que fue de mi madre y que está forrada con papel del que usábamos para calcar cuando éramos pequeños. Que tiene recortes de periódico que van, desde las primeras críticas de cine de mi tío hasta una columna sobre Josefina. También tienen, de cuando mi madre estaba viva, algunas servilletas con anotaciones mías. Pocos libros he paseado tanto como ese. Ahora no puedo. Tengo miedo de que le pase algo.

Este es mi poema favorito. Lo era ya cuando era pequeña y lo cantaba Serrat en el coche de mis padres.

Ahora es cuando realmente intento dormir.

1 never more:

Anónimo dijo...

Esta elegía me acompañó durante un tiempo obscuro y (afortunadamente) pasado. También la canción. Pero a mí siempre me ha gustado más "Las nanas de la cebolla". También la canción.

Aunque no lo creas ahora, todo pasa (aunque todo queda también).

Te he puesto en mis favoritos.