







Las fotos no las saqué yo, las sacó Rodrigo, que es quien hace ese tipo de cosas en casa.
Sí: ¿cómo pueden ser tan guapos?
UNAS PALABRAS PARA PETER PAN
"No puedo ya ir contigo, Peter. He olvidado volar, y...
Wendy se levantó y encendió la luz: él
lanzó un grito de dolor... »
James Matthew Barrie, Peter Pan.
MEDITACIÓN EN EL UMBRAL
No, no es la solución
tirarse bajo un tren como la Ana de Tolstoy
ni apurar el arsénico de Madame Bovary
ni aguardar en los páramos de Ávila la visita
del ángel con venablo
antes de liarse el manto a la cabeza
y comenzar a actuar.
Ni concluir las leyes geométricas, contando
las vigas de la celda de castigo
como lo hizo Sor Juana. No es la solución
escribir, mientras llegan las visitas,
en la sala de estar de la familia Austen
ni encerrarse en el ático
de alguna residencia de la Nueva Inglaterra
y soñar, con la Biblia de los Dickinson,
debajo de una almohada de soltera.
Debe haber otro modo que no se llame Safo
ni Mesalina ni María Egipciaca
ni Magdalena ni Clemencia Isaura.
Otro modo de ser humano y libre.
Otro modo de ser.
MIRAGE
The hope I dreamed of was a dream,
Was but a dream; and now I wake
Exceeding comfortless, and worn, and old,
For a dream's sake.
I hang my harp upon a tree,
A weeping willow in a lake;
I hang my silenced harp there, wrung and snapt
For a dream's sake.
Lie still, lie still, my breaking heart;
My silent heart, lie still and break:
Life, and the world, and mine own self, are changed
For a dream's sake.
Christina Rossetti
La imagen, de su hermano. Dante Gabriel Rossetti, sí. Él también escribía y ella también pintaba.
Depois de amanhã, sim, só depois de amanhã...
Levarei amanhã a pensar em depois de amanhã,
E assim será possível; mas hoje não...
Não, hoje nada; hoje não posso.
A persistência confusa da minha subjetividade objetiva,
O sono da minha vida real, intercalado,
O cansaço antecipado e infinito,
Um cansaço de mundos para apanhar um elétrico...
Esta espécie de alma...
Só depois de amanhã...
Hoje quero preparar-me,
Quero preparar-rne para pensar amanhã no dia seguinte...
Ele é que é decisivo.
Tenho já o plano traçado; mas não, hoje não traço planos...
Amanhã é o dia dos planos.
Amanhã sentar-me-ei à secretária para conquistar o mundo;
Mas só conquistarei o mundo depois de amanhã...
Tenho vontade de chorar,
Tenho vontade de chorar muito de repente, de dentro...
Não, não queiram saber mais nada, é segredo, não digo.
Só depois de amanhã...
Quando era criança o circo de domingo divertia-rne toda a semana.
Hoje só me diverte o circo de domingo de toda a semana da minha infância...
Depois de amanhã serei outro,
A minha vida triunfar-se-á,
Todas as minhas qualidades reais de inteligente, lido e prático
Serão convocadas por um edital...
Mas por um edital de amanhã...
Hoje quero dormir, redigirei amanhã...
Por hoje, qual é o espetáculo que me repetiria a infância?
Mesmo para eu comprar os bilhetes amanhã,
Que depois de amanhã é que está bem o espetáculo...
Antes, não...
Depois de amanhã terei a pose pública que amanhã estudarei.
Depois de amanhã serei finalmente o que hoje não posso nunca ser.
Só depois de amanhã...
Tenho sono como o frio de um cão vadio.
Tenho muito sono.
Amanhã te direi as palavras, ou depois de amanhã...
Sim, talvez só depois de amanhã...
O porvir...
Sim, o porvir...
EL CUERVO
Una vez, en triste medianoche,
Cuando, cansado y mustio, examinaba
Infolios raros de olvidada ciencia,
Mientras cabeceaba adormecido,
Oí de pronto que alguien golpeaba
En mi puerta, llamando suavemente.
“Es, sin duda -murmuré-, un visitante…”
Solo esto, y nada más.
Recuerdo el mes helado de diciembre;
Una a una, las ascuas moribundas
Forjaban su espíritu sobre el suelo.
Deseaba con ansia la mañana,
Buscando entre mis libros un consuelo
A la doliente pérdida de la virgen Leonora,
Que es así por los ángeles llamada.
Sin nombre aquí, para siempre.
Me estremeció el crujir de las cortinas
De púrpura y de seda, y un espanto
Jamás sentido paralizó de pronto
Mi corazón. Y yo me repetía:
“Algún tardío visitante ruega
La entrada, en la puerta de mi estancia
En mi puerta golpea un visitante:
Es esto y nada más.”
Reanimada mi alma y sin más dudas,
“Señor-dije-, o señora, si no,
Vuestro perdón sinceramente imploro.
Pero es que dormitaba, y la llamada
Vuestra fue tan leve, que apenas
Supe si había oído tal llamada.”
Abrí entonces la puerta por completo;
Tinieblas, nada más.
En lo oscuro atisbaba con ahínco.
Temor, asombro y dudas me invadían;
Soñaba sueños que ningún viviente
Oso nunca soñar. Todo seguía
Envuelto en el silencio y en la calma.
Una sola palabra murmuraba,
Y el eco, aquel “¡Leonora!”, murmuraba.
Solo esto, y nada más.
Volví a mi estancia; ardía mi alma entera.
Pronto se oyó de nuevo la llamada,
Pero esta vez más fuerte, más cercana.
“¿Será -dije- ese ruido en la ventana?”
Semejante misterio he de explorar,
Calmando el corazón; ese misterio
He de explorar, repito, en las tinieblas;
El viento es, nada más.
Abrí el postigo, y con gentil revuelo,
Entró entonces un cuervo majestuoso,
Como en los santos días del pasado.
No me hizo reverencia, ni siquiera
Un minuto vaciló. Con prestancia
De dama o varón noble, se posó
En el dintel, sobre un busto de Palas…
Allí quedó posado, y nada más.
Con su grave decoro el feo pájaro,
Como el ébano negro, mi tristeza
En sonrisa trocó. Y yo le dije:
“A pesar de tu cresta desollada,
Cobarde no eres, ciertamente, cuervo
Torvo, espectral, errando por el margen
De la noche Plutónica. ¡Revélame tu nombre!”
El cuervo dijo: “Nunca más”
Atónito quedé por la respuesta
Tan rotunda del ave desgarbada,
Respuesta inoportuna, sin sentido;
Mas convengamos que ningún mortal
Haya nunca gozado la fortuna,
De tener sobre un busto, en el dintel
De su puerta, un pájaro posado,
Con un nombre como este: “Nunca más.”
El cuervo solitario, desde el busto,
Una sola palabra pronunció,
Como si su alma fluyese en vocablo.
Calló después, inmóvil el plumaje.
Yo apenas susurré: “Otros amigos
Volaron ya. Cuando despunte el alba,
Este me dejará sin esperanza…”
El ave dijo entonces: “Nunca más.”
Estremecido estaba por la calma
que truncara su rápida respuesta.
“Sin duda –dije-, son esas palabras
Las únicas que sabe y ha aprendido
De un amo desdichado a quien persigue
El desastre fatal, y cuyo canto tenga este estribillo triste:
“Nunca más, nunca más.”
Pero el cuervo seguía e incitaba
Mi alma a la sonrisa todavía.
Un sillón puse, frente al busto, al ave;
Y hundido en almohadón de terciopelo,
Mi mente encadenaba fantasías,
Pensando en lo que el ave desmañada,
Fea, flaca, siniestra, a entender daba
Croando: “Nunca más.”
Sentado meditaba. La mirada del pájaro
Quemaba mi corazón.
Recliné la cabeza en el cojín
Que la luz de la lámpara embebía,
Deleitada en el suave terciopelo,
Pero ese cojín color violado
Ella no ha de oprimir ya más,
¡ah, nunca más!
Se tornó el aire denso y perfumado
Por invisible incienso. Balanceaba
El incensario un serafín; se oían
Sobre el tapiz mullido sus pisadas. Grité:
“¡Miserable! ¿Te ha prestado tu Dios
o el nepentés, te envía con sus ángeles?
¡Bébelo, olvida ya a Leonora!”
El cuervo dijo: “Nunca más”
“¡Profeta –dije-, ser nacido del mal!
¡Profeta, sí, o pájaro, o demonio!
Si el tentador te manda, o la borrasca
Te arroja a nuestra orilla desolada
Pero impávida, a la desierta tierra
mágica por el terror,
dime, yo te lo ruego, ¿hay bálsamo en Galaad?
El cuervo dijo: “Nunca más.”
“¡Profeta –dije-, ser nacido del mal!
¡Profeta, sí, o pájaro, o demonio!
Por ese cielo que en lo alto se comba,
Por ese Dios que tú y yo veneramos,
Di a esta alma triste si en el Edén distante
Abrazará a la doncella santa
A quien los ángeles llaman Leonora.”
El cuervo dijo: “Nunca más.”
“¡Que se esta palabra la señal,
Pájaro o espíritu diabólico,
De nuestro adiós! ¡Retorna en la borrasca
Y al borde de la Noche Plutoniana!
¡No dejes pluma negra como prenda
De tu mentira! Mi soledad respeta,
¡quita de mi pecho tu pico, tu forma de mi puerta!
El cuervo dijo: “Nunca más.”
El cuervo, inmóvil, sigue aún posado
sobre el pálido busto de Atenea,
encima de la puerta de mi estancia;
sus ojos son de un demonio que sueña.
La luz sobre él mi lámpara derrama
Proyectando su sombra por el suelo.
Y mi alma fuera de esa flotante sobra,
¡nunca más se alzará!
Numa meia-noite agreste, quando eu lia, lento e triste,
Vagos, curiosos tomos de ciências ancestrais,
E já quase adormecia, ouvi o que parecia
O som de algúem que batia levemente a meus umbrais.
"Uma visita", eu me disse, "está batendo a meus umbrais.
Ah, que bem disso me lembro! Era no frio dezembro,
E o fogo, morrendo negro, urdia sombras desiguais.
Como eu qu'ria a madrugada, toda a noite aos livros dada
P'ra esquecer (em vão!) a amada, hoje entre hostes celestiais -
Essa cujo nome sabem as hostes celestiais,
Como, a tremer frio e frouxo, cada reposteiro roxo
Me incutia, urdia estranhos terrores nunca antes tais!
Mas, a mim mesmo infundido força, eu ia repetindo,
"É uma visita pedindo entrada aqui em meus umbrais;
Uma visita tardia pede entrada em meus umbrais.
E, mais forte num instante, já nem tardo ou hesitante,
"Senhor", eu disse, "ou senhora, decerto me desculpais;
Mas eu ia adormecendo, quando viestes batendo,
Tão levemente batendo, batendo por meus umbrais,
Que mal ouvi..." E abri largos, franqueando-os, meus umbrais.
A treva enorme fitando, fiquei perdido receando,
Dúbio e tais sonhos sonhando que os ninguém sonhou iguais.
Mas a noite era infinita, a paz profunda e maldita,
E a única palavra dita foi um nome cheio de ais -
Eu o disse, o nome dela, e o eco disse aos meus ais.
Para dentro então volvendo, toda a alma em mim ardendo,
Não tardou que ouvisse novo som batendo mais e mais.
"Por certo", disse eu, "aquela bulha é na minha janela.
Vamos ver o que está nela, e o que são estes sinais."
Meu coração se distraía pesquisando estes sinais.
Abri então a vidraça, e eis que, com muita negaça,
Entrou grave e nobre um corvo dos bons tempos ancestrais.
Não fez nenhum cumprimento, não parou nem um momento,
Mas com ar solene e lento pousou sobre os meus umbrais,
Num alvo busto de Atena que há por sobre meus umbrais,
E esta ave estranha e escura fez sorrir minha amargura
Com o solene decoro de seus ares rituais.
"Tens o aspecto tosquiado", disse eu, "mas de nobre e ousado,
Ó velho corvo emigrado lá das trevas infernais!
Dize-me qual o teu nome lá nas trevas infernais."
Pasmei de ouvir este raro pássaro falar tão claro,
Inda que pouco sentido tivessem palavras tais.
Mas deve ser concedido que ninguém terá havido
Que uma ave tenha tido pousada nos meus umbrais,
Ave ou bicho sobre o busto que há por sobre seus umbrais,
Mas o corvo, sobre o busto, nada mais dissera, augusto,
Que essa frase, qual se nela a alma lhe ficasse em ais.
Nem mais voz nem movimento fez, e eu, em meu pensamento
Perdido, murmurei lento, "Amigo, sonhos - mortais
Todos - todos já se foram. Amanhã também te vais".
A alma súbito movida por frase tão bem cabida,
"Por certo", disse eu, "são estas vozes usuais,
Aprendeu-as de algum dono, que a desgraça e o abandono
Seguiram até que o entono da alma se quebrou em ais,
E o bordão de desesp'rança de seu canto cheio de ais
Mas, fazendo inda a ave escura sorrir a minha amargura,
Sentei-me defronte dela, do alvo busto e meus umbrais;
E, enterrado na cadeira, pensei de muita maneira
Que qu'ria esta ave agoureia dos maus tempos ancestrais,
Esta ave negra e agoureira dos maus tempos ancestrais,
Comigo isto discorrendo, mas nem sílaba dizendo
À ave que na minha alma cravava os olhos fatais,
Isto e mais ia cismando, a cabeça reclinando
No veludo onde a luz punha vagas sobras desiguais,
Naquele veludo onde ela, entre as sobras desiguais,
Fez-se então o ar mais denso, como cheio dum incenso
Que anjos dessem, cujos leves passos soam musicais.
"Maldito!", a mim disse, "deu-te Deus, por anjos concedeu-te
O esquecimento; valeu-te. Toma-o, esquece, com teus ais,
O nome da que não esqueces, e que faz esses teus ais!"
"Profeta", disse eu, "profeta - ou demônio ou ave preta!
Fosse diabo ou tempestade quem te trouxe a meus umbrais,
A este luto e este degredo, a esta noite e este segredo,
A esta casa de ância e medo, dize a esta alma a quem atrais
Se há um bálsamo longínquo para esta alma a quem atrais!
"Profeta", disse eu, "profeta - ou demônio ou ave preta!
Pelo Deus ante quem ambos somos fracos e mortais.
Dize a esta alma entristecida se no Éden de outra vida
Verá essa hoje perdida entre hostes celestiais,
Essa cujo nome sabem as hostes celestiais!"
"Que esse grito nos aparte, ave ou diabo!", eu disse. "Parte!
Torna á noite e à tempestade! Torna às trevas infernais!
Não deixes pena que ateste a mentira que disseste!
Minha solidão me reste! Tira-te de meus umbrais!
Tira o vulto de meu peito e a sombra de meus umbrais!"
E o corvo, na noite infinda, está ainda, está ainda
No alvo busto de Atena que há por sobre os meus umbrais.
Seu olhar tem a medonha cor de um demônio que sonha,
E a luz lança-lhe a tristonha sombra no chão há mais e mais,
Libertar-se-á... nunca mais!
Une fois, sur le minuit lugubre, pendant que je méditais,
faible et fatigué, sur maint précieux et curieux volume
d'une doctrine oubliée, pendant que je donnais de la tête,
presque assoupi, soudain il se fit un tapotement, comme de
quelqu'un frappant doucement, frappant à la porte de ma
chambre. "C'est quelque visiteur, - murmurai-je, - qui frappe
à la porte de ma chambre; ce n'est que cela et rien de plus."
Ah! distinctement je me souviens que c'était dans le glacial
décembre, et chaque tison brodait à son tour le plancher du
reflet de son agonie. Ardemment je désirais le matin; en vain
m'étais-je efforcé de tirer de mes livres un sursis à ma tristesse,
ma tristesse pour ma Lénore perdue, pour la précieuse et
rayonnante fille que les anges nomment Lénore, - et qu'ici on
ne nommera jamais plus.
Et le soyeux, triste et vague bruissement des rideaux pourprés
me pénétrait, me remplissait de terreurs fantastiques,
inconnues pour moi jusqu'à ce jour; si bien qu'enfin pour
apaiser le battement de mon coeur, je me dressai, répétant:
"C'est quelque visiteur attardé sollicitant l'entrée à la porte de
ma chambre; - c'est cela même, et rien de plus."
Mon âme en ce moment se sentit plus forte. N'hésitant donc
pas plus longtemps: "Monsieur, dis-je, ou madame, en
vérité, j'implore votre pardon; mais le fait est que je
sommeillais et vous êtes venu frapper si doucement, si
faiblement vous êtes venu frapper à la porte de ma chambre,
qu'à peine étais-je certain de vous avoir entendu." Et alors
j'ouvris la porte toute grande; - les ténèbres, et rien de plus.
Scrutant profondément ces ténèbres, je me tins longtemps
plein d'étonnement, de crainte, de doute, rêvant des rêves
qu'aucun mortel n'a jamais osé rêver; mais le silence ne fut
pas troublé, et l'immobilité ne donna aucun signe, et le seul
mot proféré fut un nom chuchoté: "Lénore!" - C'était moi
qui le chuchotais, et un écho à son tour murmura ce mot:
"Lénore!" Purement cela, et rien de plus.
Rentrant dans ma chambre, et sentant en moi toute mon
âme incendiée, j'entendis bientôt un coup un peu plus fort
que le premier. "Sûrement, - dis-je, - sûrement, il y a quelque
chose aux jalousies de ma fenêtre; voyons donc ce que c'est,
et explorons ce mystère. Laissons mon coeur se calmer un
instant, et explorons ce mystère; - c'est le vent, et rien de plus."
Je poussai alors le volet, et, avec un tumultueux battement
d'ailes, entra un majestueux corbeau digne des anciens jours.
Il ne fit pas la moindre révérence, il ne s'arrêta pas, il n'hésita
pas une minute; mais avec la mine d'un lord ou d'une lady, il
se percha au-dessus de la porte de ma chambre; il se percha
sur un buste de Pallas juste au-dessus de la porte de ma
chambre; - il se percha, s'installa, et rien de plus.
Alors, cet oiseau d'ébène, par la gravité de son maintien et
la sévérité de sa physionomie, induisant ma triste imagination
à sourire: "Bien que ta tête, - lui dis-je, - soit sans huppe et
sans cimier, tu n'es certes pas un poltron, lugubre et ancien
corbeau, voyageur parti des rivages de la nuit. Dis-moi quel
est ton nom seigneurial aux rivages de la nuit plutonienne!"
Le corbeau dit: "Jamais plus!"
Je fus émerveillé que ce disgracieux volatile entendît si
facilement la parole, bien que sa réponse n'eût pas une bien
grand sens et ne me fût pas d'un grand secours; car nous
devons convenir que jamais il ne fut donné à un homme
vivant de voir un oiseau au-dessus de la porte de sa chambre,
un oiseau ou une bête sur un buste sculpté au-dessus de la
porte de sa chambre, se nommant d'un nom tel que
- Jamais plus!
Mais le corbeau, perché solitaitrement sur le buste placide, ne
proféra que ce mot unique, comme si
dans ce mot unique il répandait toute son âme. Il ne
prononça rien de plus; il ne remua pas une plume, -
jusqu'à ce que je me prisse à murmurer faiblement:
"D'autres amis se sont déjà envolés loin de moi; vers
le matin, lui aussi, il me quittera comme mes anciennes
espérances déjà envolées." L'oiseau dit alors:
"Jamais plus!"
Tressaillant au bruit de cette réponse jetée avec
tant d'à-propos: Sans doute, - dis-je, - ce qu'il
prononce est tout son bagage de savoir, qu'il a pris
chez quelque maître infortuné que le Malheur
impitoyable a poursuivi ardemment, sans répit,
jusqu'à ce que ses chansons n'eussent plus qu'un
seul refrain, jusqu'à ce que le De profundis de son
Espérance eût pris ce mélancolique refrain: "Jamais -
jamais plus!"
Mais le corbeau induisant encore toute ma
triste âme à sourire, je roulai tout de suite un siège
à coussins en face de l'oiseau et du buste et de la
porte; alors, m'enfonçant dans le velours, je
m'appliquai à enchaîner les idées aux idées, cherchant
ce que cet augural oiseau des anciens jours, ce que
ce triste, disgracieux, sinistre, maigre et augural
oiseau des anciens jours voulait faire entendre en
croassant son - Jamais plus!
Je me tenais ainsi, rêvant, conjecturant, mais
n'adressant plus une syllabe à l'oiseau, dont les
yeux ardents me brûlaient maintenant jusqu'au fond
du coeur: je cherchai à deviner cela, et plus encore,
ma tête reposant à l'aise sur le velours du coussin
que caressait la lumière de la lampe, ce velours
violet caressé par la lumière de la lampe que sa tête,
à Elle, ne pressera plus, - ah! jamais plus!
Alors, il me sembla que l'air s'épaississait, parfumé par
un encensoir invisible que balançaient les séraphins
dont les pas frôlaient le tapis de ma chambre.
"Infortuné! - m'écriai-je, - ton Dieu t'a donné par ses
anges, il t'a envoyé du répit, du répit et du népenthès
dans tes ressouvenirs de Lénore! Bois, oh! bois ce
bon népenthès, et oublie cette Lénore perdue!" Le
corbeau dit: "Jamais plus!"
"Prophète! - dis-je, - être de malheur! oiseau ou démon!
mais toujours prophète! que tu sois un envoyé du
Tentateur, ou que la tempête t'ait simplement échoué,
naufragé, mais encore intrépide, sur cette terre déserte,
ensorcelée, dans ce logis par l'Horreur hanté, - dis-moi
sincèrement, je t'en supplie, existe-t-il, existe-t-il ici un
baume de Judée? Dis, dis, je t'en supplie!" Le corbeau
dit: "Jamais plus!"
"Prophète! - dis-je, - être de malheur! oiseau ou démon!
toujours prophète! par ce ciel tendu sur nos têtes, par
ce Dieu que tous deux nous adorons, dis à cette âme
chargée de douleur si, dans le Paradis lointain, elle
pourra embrasser une fille sainte que les anges nomment
Lénore, enbrasser une précieuse et rayonnante fille que
les anges nomment Lénore." Le corbeau dit: "Jamais plus!"
"Que cette parole soit le signal de notre séparation,
oiseau ou démon! - hurlai-je en me redressan. - Rentre
dans la tempête, retourne au rivage de la nuit plutonienne;
ne laisse pas ici une seule plume noire comme souvenir
du mensonge que ton âme a proféré; laisse ma solitude
inviolée; quitte ce buste au-dessus de maporte; arrache
ton bec de mon coeur et précipite ton spectre loin de ma
porte!" Le corbeau dit: "Jamais plus!"
Et le corbeau, immuable, est toujours installé sur le buste
pâle de Pallas, juste au-dessus de la porte de ma chambre;
et ses yeux ont toute la semblance des yeux d'un démon
qui rêve; et la lumière de la lampe, en ruisselant sur lui,
projette son ombre sur le plancher; et mon âme, hors du
cercle de cette ombre qui gît flottante sur le plancher, ne
pourra plus s'élever, - jamais plus!